FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

domingo, 5 de enero de 2014

¡Ay, lo que me pedía el cuerpo!

A veces, muchas, pienso que el mundo esta dividido en dos mitades, la de los que joden y la de los que son jodidos, considerándome yo generalmente parte de estos últimos. Por supuesto que hay excepciones a esta regla, pero son eso, excepciones que confirman la regla. Y pido disculpas,de antemano, por las veces que confirmando la regla, pueda haberme pasado a la otra mitad; intentaré no hacerlo más, siempre lo intento.
Esto viene a cuento de lo que nos aconteció recientemente en un hotel de Alcalá de Henares, aunque bien podría venir a cuento de otras muchas y variopintas situaciones. Valga ésta como ejemplo.
El hotel estaba bien, limpio, bien situado, un punto recoleto, personal amable…Pero resultó ser que fuimos agraciados con unos vecinos de habitación de los de la otra parte.
Pasadas ampliamente las doce de la noche, la tele seguía a toda marcha y el constante parloteo de los indeseables huéspedes tenía el volumen propio de un medio día en un mercado. No sé a la hora que llegó el silencio porque acabamos sumidos en esa desagradable duermevela propia de estos casos. A las siete de la mañana cantaban en la ducha y habían reiniciado la inacabable conversación, con risotadas incluidas, sin recato alguno.
Nos habíamos olvidado los tapones para los oídos, que siempre llevamos detrás y la ametralladora con silenciador no era cuestión de usarla; seguro que nos hubieran pillado. Dar unos golpecitos en la pared o avisar a recepción para que nos dejaran dormir, me daba miedo, porque si lo hacía y la respuesta no era el silencio inmediato, el nivel de adrenalina en mi sangre subiría a límites peligrosos para la adecuada digestión del rabo de toro y los callos a la madrileña que tan a gusto había cenado. Y si lo hacía por la mañana, no los había contratado como despertadores, podía empezar el día peor de lo que estaba empezando.
Y es que no hay derecho. Hay demasiada gente convencida de que son el centro del universo, de que no existe nadie más que ellos, de que pueden hacer siempre lo que quieren, cuando quieren y como quieren sin plantearse jamás que hay otros, que existen los otros, y que tengo la obligación de respetarlos. La obligación.
Estos indeseables individuos, probablemente ni eran conscientes de lo que estaban haciendo. No eran conscientes de que estaban generando una violencia contenida, porque tuve que contenerme las ganas de partirles la cara. Y el problema es que siempre pasa lo mismo, medio planeta pisa al otro medio. Y el medio planeta traga, aguanta, disculpa…y de vez en cuando pasan cosas, ¡claro!
Sé que esto es un tema de educación, de cultura, de valores. A mí, mis padres desde muy chiquitín me ensañaron a no arrastrar muebles “porque bajo viven”, a no gritar “porque molestas”, o no poner la música fuerte “porque el otro no tiene porque oír tu música”, a respetar al otro “porque existe y tiene tus mismos derechos” a no ensuciar la calle o el parque “porque es de todos”… Con estas mismas palabras, una y mil veces, y con bronca cuando se me olvidaba, como debe ser.
A la vista de lo que veo y sufro por ahí, ¿cuántos papás hay que no hacen esto? Muchos, demasiados. Unos por dejadez, otros por “modernez”, otros porque ellos mismos son unos impresentables.
Y claro, así seguimos. Unos avasallando y otros aguantando. Y tan felices los avasalladores. ¿Y los que aguantamos a tanto indeseable? Esto es malo, es muy malo.
Por eso esta víspera de Reyes, pido a sus majestades, Melchor, Gaspar y Baltasar que traigan, aparte de la lluvia, un poquito de sentido común para todos, un poquito de “saber respetar”, sobre todo a los que tienen la función natural o profesional de educar, para que eduquen a sus hijos, a sus alumnos, en el respeto a los demás, de tal modo que la mitad “jodedora” del mundo sea cada vez más y más pequeñita. Y les pido también que a los que normalmente nos toca aguantar nos traigan serenidad, capacidad de resistir y mucho sentido común para que no hagamos lo que el cuerpo nos pide, porque si os dijera lo que de verdad me pedía a mí el cuerpo aquella noche…
Pero ésta es la Noche de Reyes, otra noche. ¡Feliz noche!, ¡felices y generosos Reyes!

Una mañana lluviosa en Madrid, acabada con un buen cocido, nos reconcilió con la humanidad.

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