¡Por fin, por fin se han atrevido! ¡Por fin se ha
hecho justicia! ¡Ya era hora hombre, ya era hora! Ya trabajan en julio los
profesores. ¿Qué se habían creído? Tantas vacaciones. Era una vergüenza. Ya los
van metiendo en cintura. Sí, la sociedad puede descansar tranquila. Ya está
contento el personal.
Lo que pasa es que esta valiente y necesaria decisión
de quitar septiembre y poner los exámenes en julio, va a producir algunos
pequeños daños colaterales. Pero vale la pena. Lo importante es lo importante,
dignísima e inteligentísima Señora Consellera, ¿verdad? Y usted lo ha conseguido.
Se ha centrado en lo importante.
Que los alumnos que no vayan bien durante el curso,
por el motivo que sea, no tengan más que unos pocos días para intentar
recuperar y poder promocionar, por ejemplo, no es importante. Eso no es
importante ¿verdad?
Que los estudiantes que le han echado morro, que los
hay, tengan parte de julio y todo agosto de vacaciones, sabiendo ya si van a
pasar o no, igual que los que se lo han currado, tampoco es importante.
Que muchos estudiantes universitarios se sacaran unos
dineritos en julio y agosto, ayudando a los alumnos que aprovechaban la
magnífica oportunidad que suponía dos meses de trabajo tranquilo y a veces muy
eficaz, y que en muchas ocasiones les permitía promocionar, tampoco tiene
importancia.
Que muchas academias que vivían en gran parte de
apoyar en estos dos meses a los alumnos que lo necesitaban, preparándolos para
septiembre, se vayan al garete, también es cuestión insignificante.
Que el profesorado que brega día a día con alumnos en
una edad difícil haya soportado siete reformas educativas en 39 años, el
desprestigio ante la sociedad, la pérdida de autoridad, serios recortes
económicos, el atraso de la jubilación…, tenga que aguantar ahora esta nueva
agresión de forma, que no de fondo, a sus condiciones laborales, también le da
igual.
En fin Señora Consellera, puede usted estar
satisfecha de su decisión. Lo importante es la galería. Que la gente se quede
contenta. ¡Claro que sí!
Asumamos pues los daños colaterales. El quitar
oportunidades a muchísimos alumnos y en especial a los que más les cuesta, el privar a mucha gente de una discreta fuente de
ingresos que honradamente obtenían, el putear más y más al profesorado… ¡Ah, pero esto último no es un daño colateral, esto es el objetivo! ¿No? Les han quitado a los chavales septiembre
como respuesta al clamor social por nuestras largas vacaciones. Es eso ¿no? Es lo único que se les ha ocurrido para hacernos ir en julio, ¿no? ¡Brillante idea!
No lo entiendo, porque mire usted, Señora, todos los
colegios ya abrían en julio. Muchos profesores trabajaban preparando el curso
próximo, otros en cursillos y otros, que aparecían poco en julio por el ”cole”,
durante el año se habían dejado la piel por sus alumnos con agotadoras jornadas
de diez y doce horas en el centro (que luego se prolongaban en casa),
escuchando a los jóvenes, atendiendo a padres, corrigiendo elaborados exámenes,
y haciendo frente en muchas ocasiones a situaciones difíciles, a veces al
límite. Y otros muchos se han ido con
ellos a competir sábado tras sábado, y se la han jugado en viajes, excursiones,
convivencias, porque si algo pasa, la culpa, indefectiblemente la tendrán
ellos. Y lo saben.
Entonces, ¿qué diablos han hecho? Nosotros, los
“profes”, palmo arriba, palmo abajo, seguimos igual, y seguiremos trabajando
igual, dedicándonos igual a nuestros alumnos, a nuestros padres, a nuestros centros,
sólo que más indignados, si cabe, con usted Señora Consellera, con ustedes. Los
universitarios y las academias se buscarán la vida como puedan. Y los alumnos,
como siempre, serán las víctimas, las grandes víctimas.
Duerma tranquila. En educación, con esta decisión estará
todo un poco peor. Pero la gente estará contenta. ¡Por fin trabajan los
profesores en julio!
No lo entiendo, de verdad que no lo entiendo, pero a
no entender casi nada de lo que están haciendo con la educación, desde hace
muchos años, ya estoy acostumbrado.
Y otra cosita. Sepa usted, y sepa la gente que se
alegra de este desatino, que lo pagarán caro, que lo pagaremos caro. El daño
que se hace a los niños, a los jóvenes, siempre se paga caro.
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