Estaba yo preparando unos muslitos de pollo en
escabeche, cuando en el momento de echar el vinagre escuché estupefacto cómo en
la tele, en la Primera ,
¡eh!, el locutor decía algo de una “pilota” que había ganado no sé qué carrera.
¡Una "pilota"! Enseguida me vino a la cabeza “que salta y bota”, pero claro,
pensé, esas “pilotas” no ganan carreras, luego el muy tonto del bote o tonto
del culo, no sé, se refería a que era una fémina quien había ganado una
carrera. ¿Será posible? Lo fue.
Tras salir del estupor inicial, trate de adaptarme a
los nuevos tiempos y llegué a la conclusión de que si hay que decir “pilota”
para distinguir a la mujer que conduce algo, del piloto, que es el hombre que
hace lo propio, ¿no habrá que decir, a partir de ahora, futbolisto a los
varones que juegan al fútbol y dejar la palabra futbolista para las mozas que
practiquen tan popular deporte? Y si quien nos arregla la luz es un hombre, que
es lo más habitual, habrá que llamarle electricisto, ¿no? Y por la misma regla
de tres tendremos dentista y dentisto, tenista y tenisto, ebanista y ebanisto,
juerguista y juerguisto, artista y artisto, idiota e idioto, gilipollas y
gilipollos…
Pero puestos a poner orden en el
lenguaje habrá que ir más allá ¿Qué
haremos con las palabras que no acaban en O o A? Generan confusión. Habrá que
poner remedio. En vez de cantante diremos cantanto o cantanta; en vez de juez,
juezo o jueza; en vez púgil, púgilo o púgila; en vez de imbécil, imbécilo o
imbécila, y así sucesivamente.
De este modo nadie se sentirá invisibilizado
lingüísticamente, quedará todo muy clarito y el trasnochado y cavernoso
castellano quedará un poco más a la altura de los tiempos que corren. ¡Sí
señor!
Se ha de ser muy, pero que muy necio para no haberse
dado cuenta todavía de que la O
y la A no siempre
indican género. Muy necio, siendo profesional de la palabra, para no haberse dado cuenta de que los
géneros gramaticales tal y como están, tienen una rica y compleja razón de ser,
como todo en el lenguaje, y de que existen los artículos ¡jolín!, ¡los artículos!. Y de verdad, cambiar lo que es como es por mil
razones, desde el más absoluto desconocimiento de estas razones, es de una
soberbia y una necedad abrumadoras. El piloto y la piloto, no el piloto y la pilota, imbécil... o imbécilo, según se mire.
Mil años de historia, mil, para que ahora, basándose
exclusivamente en criterios ideológicos, al margen, cuando no en contra de la
cultura y de la historia, ciertos individuos pretendan desde determinadas
instituciones reventar el castellano. Todo sea por lo políticamente correcto
¿no? Y esto está calando en la sociedad.
Me dejó frito. La “pilota” me dejó frito. Y los
muslitos en escabeche casi se convirtieron en muslitos a la vinagreta…de la
impresión; como he dicho, estaba poniendo el vinagre en ese momento.
Futbolistos un poco mosqueados. |
Futbolistas la mar de contentas. |
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