Es una mañana gris y neblinosa de invierno. Cruzamos los
Llanos de Barracas. La línea de chopos desnudos, con su humilde verticalidad,
se recorta al pie de las estribaciones de la Sierra de Javalambre que se elevan soberbias hacia el cielo turbio, allá al final de la llanura.
De lo horizontal emerge lo vertical, la montaña
poderosa. Y yo contemplo, buscando el equilibrio entre ambas dimensiones, humildemente,
como los árboles que se recortan a lo lejos.
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