La RAE
nos dice de la palabra chovinismo, exaltación exagerada de lo nacional frente a
lo extranjero, y de papanatismo, actitud que consiste en admirar algo o a
alguien de manera excesiva, simple y poco crítica. Son dos palabras, en cierto
modo, antónimas. Y ambas designan actitudes y comportamientos que me resultan
ridículos, patéticos y frecuentemente irritantes.
Trato
de situarme entre ambos, pero en el tema del lenguaje, puestos a inclinarme, lo
hago hacia el chovinismo, aunque sea por huir del papanatismo que, sobre todo
con el inglés, ha impregnado nuestra sociedad.
Sí, de
manera excesiva, simple y poco crítica, demasiada gente e incluso
instituciones, admiran los vocablos ingleses hasta el punto de arrinconar los
nuestros que significan lo mismo y que son tan dignos o más que los de la muy
respetable lengua que hablan los hijos de la Pérfida Albión.
Nos
rodea y asfixia un enjambre de papanatas lingüísticos. Utilizan sin rebozo
alguno, palabros como brunch, lunch, party, runner, loft, chill out, coach,
coaching, canvas, cañoning… desplazando a las palabras nuestras con la excusa
de que añaden ciertos matices.
¡Qué
vergüenza ajena me producen! ¡Qué rabia! Me entran ganas de decirles
tontolculo, carapedo, ignorantón y demás lindezas. Por eso, cuando vi en un bar
el cartelito de arriba, me produjo gran alegría y me entraron muchas ganas de
beber cerveza Amstel. Mucha, mucha, mucha… además era verano y hacía calor.
Sí
señor, en cuestiones lingüísticas me inclino al chovinismo, aunque no creo que
sea chovinismo cuidar lo nuestro, el castellano y el valenciano. Aprender y
respetar el inglés, por supuesto, pero sin ensuciar a estas dos hermosas
lenguas que nos bastan y nos sobran para comunicarnos, expresarnos, crear
belleza..., y almorzar a gusto. Sin papanatismos.
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