Tal
día como hoy, hace 80 años, Miguel de Unamuno, en un tenso acto en el paraninfo
de la universidad de Salamanca, de la cual era rector, dijo al general
Millán-Astray estas palabras:
“Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no
convenceréis. Para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaríais
algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que
penséis en España. He dicho.”
Entonces
hubo vencedores y vencidos. Y hoy en día hay quien se empeña en que la única
España posible es una España construida sobre vencidos, siendo esos vencidos todos aquellos que no piensen como yo, que no vivan como yo, que no actúen como yo.
En
este 12 de octubre, día de la Fiesta Nacional, pienso en España y vuelvo a decir también
con Unamuno: “Me duele España”. Y vuelvo a decir el miedo, la pena, la rabia,
que me da constatar cómo hay demasiada gente, y gente importante, que sigue
empeñada en mantener bien enfrentadas las dos Españas, tan dolida y tristemente
dibujadas por Machado. ¡Impresionante la reciente puesta en escena de esta triste realidad!
El
verdadero cambio, el auténtico progreso del que tanto se habla ahora, está ahí.
En superar esta división de una vez por todas. Derechas o izquierdas, rojos o
azules, gloriosa epopeya o repugnante genocidio…
Buenos
o malos en definitiva. Y ¿quién dice quién es el bueno y quién el malo? Este no
es el camino. Hay otro camino. La inteligencia, la razón y el derecho, para persuadir, para convencer, no para vencer. Porque vencer supone la derrota
del otro, convencer es la victoria de todos.
Y es
ésta la única victoria que tal día como hoy deseo para España. Difícil pero
posible. Estoy seguro de que es posible. De que somos capaces.
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