FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 19 de octubre de 2016

La poesía es un arma cargada de futuro.


Hay ocasiones en las que la literatura acude a mí, cual el Séptimo de Caballería a defender la caravana de colonos sitiados por los indios. Valga el símil, aunque creo que quienes tenían razón eran los indios que, a fin de cuentas, estaban en su casa.
Aquí está el fragmento del poema que ha acudido hoy en mi auxilio. Es de Gabriel Celaya, y se titula La poesía es un arma cargada de futuro.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Pobre y a golpes tratado me siento, sin casi poder decir que soy quien soy, porque no soy como ellos, porque no pienso como ellos, porque no creo en lo que ellos creen.
Esos golpes, ese silencio está impuesto con la violencia sorda de leyes injustas, sectarias, apoyadas sólo en una aritmética parlamentaria que quiebra y que enfrenta.
En el nombre de la libertad, el progreso, el cambio, se están haciendo y diciendo auténticas atrocidades. Se está legislando desde el más refinado fascismo, eso sí, bien disfrazado, muy bien disfrazado. Se está consintiendo lo que una sociedad democrática y de verdad libre, no debería consentir jamás.
Pero ante esto tenemos la palabra. La palabra como bálsamo y como arma. Como bálsamo al ver nuestro pensamiento, nuestro sentimiento escrito por otro y proclamado al mundo. Como arma cuando hablamos, cuando escribimos con respeto y claridad. Cuando no nos escondemos en un silencio cómodo y cómplice, o en palabras huecas, a menudo falsas.
Maldigo con el poeta, no sólo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales, sino la palabra falsa y embaucadora. Maldigo la palabra vacía de contenido pero útil para manipular. Maldigo el silencio del que no se moja, del que mira a otra parte, del que sintiéndose cómodo y seguro deja a los demás que se busquen la vida como puedan.
Y maldigo, pero entiendo, esa frase de que todos los políticos son iguales, falsa y burda generalización que nos lleva a las fauces de los “salvadores de la patria” que “sólo piensan en la gente”. O a la estéril e injusta neutralidad.
Hay que hablar. Aunque nos dé miedo. Con respeto, con previa reflexión, pero hablar. Sé que da miedo hoy en día mostrar tus cartas boca arriba, hecho éste que demuestra que nos están quitando libertad. Y sé que el ladrón de esta libertad, es ese nauseabundo revanchismo, a menudo heredado, de demasiada gente, que les lleva a reproducir aquello que les han enseñado a odiar, haciéndoles semejantes a lo odiado. Y esto hay que decirlo alto y claro. Y decirlo muchos. Y decirlo sin odio.
La poesía es un arma cargada de futuro. La palabra es un arma cargada de futuro. Pero la palabra honesta, limpia, conciliadora, libre de prejuicios, abierta al otro. Esa es la palabra que abre, que nos lanza al mañana. Esa es la palabra que necesitamos. Y esa palabra necesita de quienes la proclamen al viento, a los cuatro vientos.

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