Esta
tarde gris de lluvia contenida, de lluvia que una vez más no cae, he salido un rato al
monte, no muy lejos de aquí. Sabía que no me mojaría.
Ha
sido un paseo por la desolación. La memoria de lo que fue, densos pinares, que
conservo muy viva; el silencio muy hondo; la soledad, no he visto a nadie; el cielo
fosco; la tierra, levemente húmeda, sin un pobre charco; los campos abandonados…
Que, ¿por qué voy si es tan triste? Porque no tengo tantos sitios donde ir. Me los
han ido quitando todos, y si tengo sólo unas pocas horas, no queda mucho donde
elegir.
Pero,
¿a quién le importa?
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