La
belleza a veces es grande, imponente, casi avasalladora. Pero otras veces es
pequeña, discreta, tan discreta que no la ves como no quieras verla. Y esto es
lo que pasa estos días con las jaras que, pese a la falta de agua, florecen en
el monte. Son todo un espectáculo, pero no las toques, son tan frágiles como
hermosas.
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