Me han
convencido. Tienen razón. Tanta gente tan culta, tan honrada, tan sesuda, no
puede estar equivocada. Lo dicen los buenos de los independentistas, el
inteligentísimo presidente de Méjico, el muy demócrata presidente de Venezuela,
los sapìentísimos senadores franceses y hasta algún que otro partido de por
aquí, honestísimo y coherente hasta la médula.
España
debe desaparecer. Debe ser borrada del mapa. Un país aniquilador de
civilizaciones, opresor de pueblos, represor de libertades no debe seguir existiendo.
Un país que nada bueno ha aportado a la humanidad y tanto daño a hecho, debe ser disuelto en este
momento de la historia en el que todos, menos nosotros, lo están haciendo tan bien.
Esta
debe ser la tarea principal del gobierno que salga de las elecciones, disolver
este engendro histórico, pérfido y fétido, llamado España. Y resulta que yo tengo una propuesta
para este imprescindible, urgente y necesario proyecto de disolver este país
por el bien del planeta entero y ¡cómo no! por hacer justicia de una vez por todas.
El plan sería este. Cataluña,
Valencia, Baleares y Aragón podrían ser por fin un país soberano, liberado de
una vez por todas de los horrores sufridos a causa de España, y de paso podrían
anexionarse Nápoles, Sicilia y Madagascar para formar la Gran Cataluña. Galicia
se podría unir a Portugal, que se fue a tiempo, ya que hablan parecido y están
cerquita. Andalucía, Ceuta y Melilla podrían unirse a Marruecos por eso del Al
Andalus y porque, a los hechos me remito, allí se debe vivir muy bien. Euskadi
podría volver a su montaraz y secular independencia por la que tanta sangre, sus
valerosos gudaris, han derramado. Murcia podría hacerse república frutal
independiente, igual que La Rioja, que sería república vinícola independiente. Cantabria
se erigiría cómo república monteplayera también independiente, y las Canarias
república insular canaria; independiente ¡claro!
En
cuanto a Extremadura, ambas Castillas, incluida Madrid, y Asturias deberían ser
abandonadas, y su población deportada y reinstalada en otros países, por su determinante
papel en la creación y en los desmanes de España. Extremadura, por parir tantos arrasadores de
culturas, a los que llamaban conquistadores. Asturias, por ser el lugar donde
empezó la llamada reconquista, inicio de todos los horrores posteriores. Y
ambas Castillas, por ser quienes llevaron el peso, con la fuerza de las armas,
sólo de las armas, de toda esta horrible historia, y por imponer a medio mundo
un idioma tan repulsivo, fascista y retrógrado como el castellano.
Y esta
tierra maldita, ya vacía, se debería convertir, por una parte en un Parque
Mundial del Horror, con visitas guiadas para aleccionar al mundo entero de lo
que nunca un país debe ser. Y por otra, el lugar donde se construyeran campos
de reeducación para recluir, hasta que estuvieran reeducados, a todos aquellos
que, pese a las evidencias irrefutables, sigan pensando que España es un gran
país. Y se me ocurren varios directores de este parque. ¿A vosotros no? Un tal Pablo lo haría bien. Y para
dirigir los campos de reeducación también se me ocurren algunos nombres de especialistas en comerle el coco al personal. Carles o Quim, por ejemplo, serían buenos en esto.
Sí,
esta es mi ecuánime y reflexionada propuesta. Creo que España ya no tiene razón
de existir. Es hora de desaparecer por el bien de la humanidad. Y en
cuanto al español, debe ser erradicado lo antes posible. Eso ya lo han empezado
a hacer en muchos sitios.
¡Ah! Y
otra cosa que se me olvidaba. El Rey, como máximo representante de esta
aberración histórica llamada España, debería pedir perdón ya, en la Asamblea
General de la Naciones Unidas, no sólo a Méjico, sino al mundo entero, y después
hacerse públicamente el haraquiri. Y no estaría de más que el que sería el penúltimo Presidente del Gobierno de este engendro a extinguir, Pedro Sánchez, se lo
hiciera también. Total, un mesecito podemos apañarnos sin él.
¿Contentos?
¡Claro que sí!
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