Pienso que no responde a la realidad actual. No explica el hoy.
Muchas
veces he criticado en el blog el hecho de interpretar la realidad en clave
derechas e izquierdas. El motivo principal es que son dos conceptos obsoletos
que no explican la realidad del mundo y de la sociedad actual.
La
realidad es muy compleja y no puede ajustarse a esa maniquea dicotomía de
derechas e izquierdas donde, según se mire, unos son buenos de narices y los
otros malos de cojones, por definición.
Andar
por ese camino, utilizando expresiones como somos la izquierda, o somos la
derecha, da igual, sólo podía llevarnos a la situación absurda y muy peligrosa
a la que hemos llegado. Dos bloques, bien etiquetados, claramente enfrentados,
como en el 36, sin posibilidad de diálogo alguno, porque como unos son los
buenos y los otros los malos… Y todos se creen los buenos, ¡claro!
Esto
provoca que mucha gente, sobre todo la gente libre, de mente abierta y con
capacidad crítica, no sepa a quién diablos votar, porque en el fondo de su ser
no se pueden identificar con ninguno de los bloques.
La
justicia social, la solidaridad con los emigrantes y refugiados, la
preocupación por el medio ambiente, la importancia de la educación y la
sanidad, el respeto a la instituciones democráticas, la unidad de España, el cuidado y buen uso del lenguaje, el rechazo a la violencia en
todas sus formas, la igualdad entre hombres y mujeres, el apoyo o rechazo a la
caza y a la fiesta de los toros…, son asuntos que no puede capitalizar ningún
partido, y mucho menos ningún partido moderado y realmente democrático.
Es
como si a un cuerpo humano, por ejemplo, lo embutes en un corsé de forma y
talla del todo inadecuadas. Lo revientas. Y eso es lo que con el corsé de
derechas e izquierdas han conseguido con nuestra sociedad, la han reventado. Y
la prueba es la división a la que ya he aludido y la convicción añadida de que
unos son los buenos, muy buenos y los otros malos muy malos, por lo que el
diálogo es imposible. Recuerdo aún la famosa frase, no es no.
Sí, lo
han conseguido. A base de hablar de derechas e izquierdas nos han roto, han
reventado la posibilidad de un progreso social real y de una pacificación
definitiva del país, devolviéndonos a tiempos pasados que ya deberían estar en
la historia.
Nos
acercaríamos más a la realidad actual si, en vez de derechas e izquierdas, habláramos
de moderación y respeto por una parte, y radicalismo y prepotencia por otra. Y teniendo
claro que si esto último no es deseable, también es cierto que es la
consecuencia natural cuando la moderación se corrompe. Funciona como una especie de alarma necesaria
para mantener la salud del sistema. El camino será corregir lo que ha provocado
la alarma y no eliminarla. Y ojo, no solo hay corrupción en el ámbito económico,
sino también en el ideológico, y esta última es más peligrosa.
Entiendo
que ahora tenemos encendidas tres alarmas. Adivina, adivinanza, ¿cuáles serán?
Y como he dicho, el camino no es eliminar ninguna de ellas, no sería
democrático. El camino sería que los partidos moderados actuaran de tal modo
que llegaran unas elecciones, tanto autonómicas como generales, en las que las tres alarmas quedaran con una
representación parlamentaria testimonial, que así es como deben estar los
radicalismos. Deben existir, tienen su función importante en una democracia,
pero nunca deberían gobernar ni directa ni indirectamente.
Pero
para llegar ahí, el maldito rollo de las derechas e izquierdas tendría que
pasar al baúl de los recuerdos.
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