¡¡¡ Gracias !!! |
Sólo
unas breves palabras para agradecer al papa Francisco los seis años que lleva
al frente de la Iglesia. Es mucho lo que ya le debemos.
El
gozo y el dolor, la alegría y el sufrimiento, habrán estado presentes en su vida a
lo largo de todo este tiempo. No hace falta ser muy inteligente ni vivir en el
Vaticano para darse cuenta de esto. Tan sólo hay que estar en el mundo.
No han
sido seis años fáciles pero, pese a todas las dificultades, creo que está
haciendo mucho más de lo que nos imaginamos para hacer la figura de Jesús mucho más reconocible en la Iglesia.
Esto
es lo que pedí al nuevo papa cuando el 13 de marzo de 2013 ya sabíamos que
había sido elegido, pero no sabíamos aún quién era. Reproduzco lo que escribí aquella
tarde, más o menos a estas mismas horas.
A
las siete y ocho minutos de la tarde, “fumata blanca”. “Habemus papam”. He
tenido la suerte de poder vivir en directo, a través de la tele, este momento
histórico.
Repican todas las campanas de Roma, y
a buen seguro en muchas otras partes del mundo. La plaza de San Pedro, llena de
gente de las más diversas nacionalidades, culturas, idiomas, aclama, reza, se
alegra. En menos de una hora sabremos todos sobre quién ha caído la inmensa
responsabilidad de dirigir la Iglesia.
Y ahora, sin saber aún quién es, sin
biografías, sin currículos, sin comentarios, sin opiniones, que me puedan
envolver de prejuicios, expreso un deseo al nuevo Papa, un deseo que mucha
gente sé que puede hacer suyo: que la figura de Jesús sea cada vez más
reconocible en la Iglesia.
El mundo, el hombre, necesitan ver claro
el mensaje liberador, radicalmente trasformador del Evangelio. Hay demasiado
sufrimiento, demasiado dolor, demasiado vacío...
Benedicto XVI ha dado un paso de gigante
rompiendo, con su renuncia, una tradición de 600 años. Nos ha indicado un
camino. Lo importante es el hombre. El hombre por encima de la ley. El hombre
por encima de la tradición. No hemos de
tener miedo. Jesús nos dijo: "Yo estaré con vosotros, todos los
días, hasta el fin del mundo".
Y
Francisco, con su presencia, sus palabras y sus hechos nos lo recuerda cada
día. ¡Gracias!
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