FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 16 de marzo de 2022

Al menos ser conscientes.


 

Andando por las montañas de Ribarroja y Villamarchante, es frecuente tener que soportar, y subrayo lo de soportar, el ruido de las motos que en el circuito de Cheste se dedican a sus cosas… Habrá a quienes les sonará a música celestial; a mí me resulta un ruido cargante y machacón que no me gusta nada, y eso que he llevado moto muchos años.

Imagino cómo estarán los vecinos de Cheste a los que el circuito no les reporte ni oficio ni beneficio y encima tengan que aguatarlo. A nosotros nos protegen las montañas que tenemos al sur, por lo que les estoy muy, muy agradecido.

Lo mismo pasa ahora en fallas. Aquellos a los que la fiesta no les parezca que deba suponer un pachún, pachún a todo meter, hasta las cuatro de la mañana, y que además, tengan que madrugar para ir a trabajar, también habrán de soportar como mejor puedan la situación.

¿Quiero decir con esto que no debería existir el circuito de Cheste y que las fallas deberían ser silenciosas? No. Lo que quiero decir es que, al menos, deberíamos ser conscientes de que hay actividades deportivas, festivas, laborales, que resultando gratificantes o necesarias para unos, son muy molestas y hasta agresivas para otros.

Cierto que hay una legislación que trata de poner orden en estas cuestiones, y que existe el “hoy por ti, mañana por mí”. Pero más allá de esto, debería existir también eso de pensar en los demás. Y en la medida de lo posible tratar de no molestar demasiado.

Lo primero, desde luego, como he dicho, es ser conscientes que las “víctimas” de las motos de Cheste, de las músicas nocturnas de las fallas, de esa obra próxima a casa, o de ese vecino que cuando se le ocurre se lía a dar golpecitos de martillo no sé a qué ni para qué, existen. Y también tienen sus derechos.

Sea trabajo o diversión, da igual. Siempre se puede hacer pensando en los demás. Porque ese es el quid de la cuestión. La cortesía y el sentido común podrían ayudar mucho y hacer que las “víctimas” de tu trabajo, tu afición, tu fiesta, te tuvieran que aguantar lo menos posible. Y desde luego estarles agradecidos.

Por cierto, la “victima” del vecino de los misteriosísimos, repetitivos, e inoportunos golpecitos de martillo, soy yo. El “martillador” no tengo ni idea de quién es.

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