Es tan
terrible e increíble lo que está sucediendo en Ucrania que me cuesta hablar de
otras cosas en el blog; casi todo me parece frívolo al lado del horror que
estamos viendo allí que, dicho sea de paso, se ha dado y se da en otras partes
del mundo pero no lo vemos.
Frívolo
o no voy a hacer un comentario sobre la relación entre las palabras
biodegradable y desagradable. Muy parecidas, ciertamente; las dos acaban en gradable.
Estoy
un poco hartito de llegar a la cima de una montaña y encontrarla llena de pieles
de naranja, de plátano, de cortezas de cacahuete o pistachos y demás restos tan
biodegradables como desagradables. ¿Cuesta tanto bajárselos en una bolsita?
Es una
guarrada y una falta de respeto al medio ambiente y a la gente que llegue
después. Y sin justificación, porque el que todos estos restos sean
biodegradables no quita que también sean desagradables.
Y es
que hay más tonticerdos en el mundo de lo que parece.
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