112 días sin llover.
Tal noche como ésta, hace 35 años tenía miedo. Acababa de jurar bandera y estaba de permiso en casa, antes de incorporarme al “Goloso”, en Madrid, donde estuve un año haciendo “la mili”.
Tal noche como ésta, hace 35 años tenía miedo. Acababa de jurar bandera y estaba de permiso en casa, antes de incorporarme al “Goloso”, en Madrid, donde estuve un año haciendo “la mili”.
Mis
padres habían vivido, de niños, la Guerra Civil. Aquella noche los carros de
combate entraban por el puente de Ademuz, y desde la ventana del comedor con la
luz apagada, los veíamos pasar. MI madre lloraba a ratos. Mi padre callaba. Por
la radio y la “tele” oíamos música militar.
Creo
que aquella experiencia me dejó muy clara conciencia de que la democracia, el
estado de derecho, son bienes frágiles, bienes que no nos son regalados
gratuitamente por el devenir de la historia, sino que hemos de cuidar día a
día, porque pueden romperse, porque podemos romperlos.
Por
eso, esta noche, 35 años después, vuelvo a sentir miedo, hace tiempo que lo siento.
Porque no veo una diferencia esencial entre lo que ocurrió entonces y lo que
está ocurriendo ahora. Hay muchas diferencias circunstanciales, sí, pero no
esenciales.
La falta
de diálogo, el desprecio por “los otros”, la corrupción, las provocaciones sin sentido
(¿alguna lo tiene?), la ruptura de las reglas del juego, la incapacidad de
asumir la historia…
Esto
es lo esencial. Y esto sigue presente ahora. La única diferencia es que aquello
acabó pronto y al día siguiente pude, con millones de personas, salir a la
calle en defensa de la democracia y de la constitución.
Ahora,
no sé qué vendrá después.
Yo también tengo miedo desde hace tiempo. No me gusta pensar que "mal de muchos es consuelo de tontos", pero me ha aliviado saber que no soy un bicho raro, que alguien más teme lo peor como yo. Y es que durante los últimos meses había compartido mi temor con algunas personas, en confianza, y me han llamado exagerada. Deseo y espero que tú y yo nos equivoquemos, sinceramente.
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