Todos los años me pasa que, por estas fechas, palmo arriba, palmo abajo, cojo una faringitis que me deja “espachurrao”. Suele coincidir también que es una época de mucho trabajo y no siempre fácil. Esta combinación, cuando se da, y se está dando, pesa.
Por eso, buscando protección y paz acudo, entre otros cobijos, a las montañas literariamente hablando, pues como he dicho, no estoy para muchas roscas. Y ojeando esta tarde, junto al fuego, un antiguo y bonito libro titulado El Aneto y sus hombres, de Jean Escudier, publicado en 1972, he leído estas líneas que voy a compartir.
Son de mi venerado maestro, el Conde Russell, y como siempre, mi identificación con sus experiencias y sentimientos es total.
Yo también subí solo al Aneto, el 20 de julio de 1984. Fue mi primera ascensión al techo de los Pirineos. También “he huido” en medio de la ventisca o de la tormenta muchas veces y he sentido la exaltación que produce sentirte vivo en medio de la naturaleza salvaje y desatada.
Pero no quiero hablar más yo. Veamos qué le pasa al Conde y escuchémoslo.
A las 11 de la mañana del 9 de agosto de 1871, llega al Aneto. Escribe en el libro de la cima, “Conde H. Russell (4ª vez) Subido aquí solo. Tiempo horrible. Tengo hambre. He subido por la parte alta del glaciar. Nieva, intensa niebla, ¡oh preciosa brújula mía! ¿Qué haría yo sin ti? ¡Cuánta soledad! ¡Nadie!
La tormenta está a punto de estallar. El viento le azota. Graniza. Sale raudo hacia la Renclusa. Ese descenso va a describirlo después así.
"Solo entre la niebla, con kilómetros de nieve alrededor mío, abismos debajo de los pies, el trueno y el granizo sobre mi cabeza, sentía estremecerse el cuerpo; pero el alma crece, se eleva, y se siente más poderosa que la tempestad y la electricidad…El hombre se siente más fuerte que la naturaleza".
Y no sólo eso. Aún más añado yo, el hombre se siente libre, porque en esas circunstancias, lo único que importa es lo que de verdad es importante, y eso libera. Fuerte y libre. Sé que el señor Conde haría suyas estas palabras mías.
Por eso ahora, desde mi debilidad “faringítica” y desde las preocupaciones, agobios y tensiones cotidianas, me gusta ver al Conde fuerte y libre, volando sobre el glaciar, me gusta verme a mí, fuerte y libre, allá en nuestras montañas.
El Aneto, el 26 de agosto de 2014. |
La cima del Aneto, con su mítica cruz. Un día os hablaré de ella. |
El famoso Paso de Mahoma, más imponente que difícil. |
De regreso las nubes lo cubrieron. Pero tuvimos buen día, no como Russell. |
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