104 días sin llover. (Lo de hoy no ha sido llover)
¡Qué
vergüenza que me da! ¡Me parece ridículo, cursi, patético! Y además me da
rabia. Pero, por lo que veo es algo imparable.
Comíamos
ayer Isabel, un buen amigo y yo en un pueblecito escondido entre las montañas
del interior de Valencia, situado en la ribera de uno de los ríos más limpios
de Europa, cuando esperando a que nos sirvieran la comida, ojeábamos el
programa de fiestas de una localidad próxima y entonces, saltó liebre.
No
digo la palabrita que me salió de la boca, como tampoco voy a dar datos de cuál
era la localidad en cuestión, para no ofender a nadie. Además pienso que todos
los esfuerzos que el mundo rural haga para mantenerse y si puede, crecer, deben
ser respetados y apoyados.
¡Pero
hombre! ¿Hará falta incluir en el programa de actividades esa gilipollez del
show cooking? ¿No tenemos en castellano recursos lingüísticos precisos, y
encima nuestros, para designar eso, tan de moda ahora, de cocinar en público
para que la gente vea y aprenda, o simplemente se entretenga?
No
logro entender por qué oscuro y estúpido motivo gustan tanto al personal los
anglicismos. La gran mayoría son del todo innecesarios y además empobrecen nuestra lengua.
¿Lo
hacen para parecer más modernos, más cultos, más innovadores? ¿Lo hacen porque
está de moda, por pura imitación? ¿Lo hacen por incultura, por falta de
criterio? ¿Lo hacen porque consideran al castellano una lengua de segunda? ¿Lo
hacen por todo eso y además porque son tontos del bote, del culo o del haba?
No sé.
Lo que sí sé es que irse después de trabajar a hacer footing, (ésta está
aceptada por la RAE ¡¡!!) luego a
un show cooking, degustar después un
lunch (ésta también¡¡!!) en el chill out y acabar con una party rock, es una
forma de acabar el día cuanto menos… ¡Mejor me callo!
Pienso
yo.
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