FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

jueves, 14 de noviembre de 2019

¡¡¡Gracias!!!



Me he sentado ante el ordenador. No sé por dónde empezar. De verdad que no lo sé. Pero como quiero seguir escribiendo, porque necesito seguir escribiendo voy a hacerlo con la palabra que me envuelve en este momento como el agua cuando te tiras a la piscina. ¡¡¡Gracias!!!
Estos últimos días intentaba imaginar cómo sería mi última clase. Era filosofía de 4º, y el tema que había elegido, la libertad. Sabía que cuando acabara la clase, estaría saliendo por última vez de un aula, después de 37 años…
Ni en el más delirante de mis sueños imaginaba la despedida que alumnos y compañeros me han regalado, porque ha sido un regalo de proporciones inabarcables. Mis compañeros, el aula decorada para la ocasión, la frase ¡oh capitán, mi capitán!, bien grande, las hermosísimas palabras que me han dirigido mis últimos alumnos, que un día compartiré en el blog, la tarta... Y cuando creía que ya estaba todo, y era mucho y muy bonito, ese pasillo, ¡buf! ese pasillo…
En mi cabecita resonaban unas palabras que se han hecho grito cuando bajaba por la escaleras, Señor no soy digno, Señor no soy digno… Abrumado y desbordado, estaba y estoy.
Por eso sólo puedo dar gracias desde lo más hondo de mi ser esta tarde de noviembre.
Gracias a mis compañeros a los que sé que voy a echar de menos. Buenos y malos ratos, ilusiones y desengaños, proyectos, noches vigilando en pasillos, entrevistas, palabras, miradas, almuerzos… Gracias por haberme entendido y aceptado como soy. No sé, todo y tanto.
Gracias a mis alumnos, a los miles de alumnos (algunos, ya papás, estaban hoy también en el cole) que he tenido a lo largo de 37 años. Como hoy les he dicho, he aprendido más yo de ellos de lo que he podido enseñarles, y sobre todo gracias les doy por haberme sentido siempre acogido por ellos. Y gracias por la vida nueva y joven en la que me han envuelto, y que he gozado.
Gracias a Isabel, mi esposa, mi compañera del alma y mucho más, que ha estado siempre, siempre, siempre a mi lado, en todo momento y circunstancia. Y en tantos años pasa de todo. Y ¿vosotros sabéis la tranquilidad, la paz que da saber que por alta que venga la ola, ella siempre esta ahí, lista para apoyar, curar, vendar, ilusionar, celebrar…?
Gracias a Dios. Y lo digo muy en serio, no como una frase hecha. Volviendo la vista atrás veo cada vez con más claridad su presencia tan rotunda como misteriosa, tan discreta como eficaz, en mi vida a lo largo de todos estos años. Necesitaré tiempo para entender, aunque sea un poco, su caminar junto a mí.
¿Estoy contento de jubilarme? Pues sí, claro. No me aburriré. Me seguirá faltando tiempo. Más tiempo, más libertad. ¡Genial! Pero esa alegría no quita la pena, ¿por qué no decirlo? de no volver a una aula. El martes pasado, en lo que fue mi penúltima clase, puse las sillas en círculo para la actividad que íbamos a hacer. Y cuando me senté entre ellos, como uno más, me sentí acogido, inmensamente cómodo, y sentí un estremecimiento… Sabía que los echaría de menos. Y eso me dio pena.
Pero es la vida, y días como hoy son como una luz que te marca el camino, como un hito de esos que te indican el itinerario cuando no hay sendero. Y se agradecen tanto esa luz y  ese hito.
En fin, escribiré más sobre estas cosas. Escribir me ayuda a entender la vida, a poner las cosas en su sitio. Y sé que necesito tiempo para ello. Ahora tendré un poquito más.
Una vez más gracias y perdón por todo lo que durante estos años no haya hecho bien, por el daño que le haya podido hacer a alguien, que siempre habrá sido en contra de mi voluntad.
¡¡¡Gracias!!! Y que Dios os bendiga a todos.

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