FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

sábado, 30 de noviembre de 2019

Un decálogo antimanipulación.



Releyendo el texto que publiqué ayer de Baltasar Gracián y, ¿por qué no decirlo? disfrutando de su lectura, tanto por lo que dice como por la forma de decirlo, me ha parecido encontrar en él algo así como un decálogo antimanipulación, y me he dicho, voy a ver si de verdad salen diez principios para defendernos de los abductores de mentes y voluntades que nos rodean. ¡Y han salido!
Así pues, y con permiso de don Baltasar Gracián y Morales, expongo las diez normas básicas que hemos de seguir para que no nos coman el coco. Normas que ya nos dio este buen hombre hace más de 400 años. Primero repito el texto que ya puse ayer.

Atención al informarse. Vívese lo más de información. Es lo menos lo que vemos; vivimos de fe agena. Es el oído la puerta segunda de la verdad y principal de la mentira. La verdad ordinariamente se ve, extravagantemente se oye; raras vezes llega en su elemento puro, y menos quando viene de lejos; siempre trae algo de mixta, de los afectos por donde passa; tiñe de sus colores la passión quanto toca, ya odiosa, ya favorable. Tira siempre a impressionar: gran cuenta con quien alaba, mayor con quien vitupera. Es menester toda la atención en este punto para descubrir la intención en el que tercia, conociendo de antemano de qué pie se movió. Sea la reflexa contraste de lo falto y de lo falso.

Y ahora el decálogo.

Atención al informarse. Hemos de ser conscientes de que recibimos constantemente información. Hay que tener una actitud de atención activa ante la información. No vale tragar lo que me echen.

2ª Vívese lo más de información. Nuestra vida es lo que es según la información que recibimos. No olvidemos pues que no hay información inocua, construimos nuestra vida sobre ella.

Es lo menos lo que vemos; vivimos de fe agena. No vemos casi nada de lo que ocurre. Sabemos lo que ocurre porque nos fiamos de quien nos lo cuenta. Seamos conscientes de que nos estamos fiando, casi siempre, de terceros y desconocidos.

Es el oído la puerta segunda de la verdad y principal de la mentira. Si nos lo cuentan puede ser verdad o no. No nos creamos toda la información que nos llega. ¡Ojo con el famoso lo ha dicho la tele, o lo sé de buena tinta!

5ª La verdad ordinariamente se ve, extravagantemente se oye. Lo que vemos personalmente con claridad y contundencia suele estar más cerca de la verdad; si nos lo cuentan, ya es harina de otro costal. Intentemos en la medida de lo posible acudir a las fuentes, contrastarlas, verlo si podemos, que no nos lo cuenten.

Raras vezes llega en su elemento puro, y menos quando viene de lejos. Cuanto más alejada de nuestra vida cotidiana está la información que nos “venden”, más fácil es que no sea verdad. Seamos cautos cuando nos hablan de realidades lejanas a la nuestra.

Siempre trae algo de mixta, de los afectos por donde passa; tiñe de sus colores la passión quanto toca, ya odiosa, ya favorable. La información nos llega tanto más adulterada cuanto más largo ha sido su recorrido hasta nosotros. Atentos al maniqueísmo, o buenos o malos. Simplificaciones teñidas de los colores por donde pasa la noticia.

Tira siempre a impressionar: gran cuenta con quien alaba, mayor con quien vitupera. El sensacionalismo. Cuanto más impacte la noticia mejor. Lo bueno será excelente, y lo malo, pésimo. No hay moderación. No hay grises, o blanco o negro. No nos dejemos embaucar por lo radical, lo extremoso, lo impactante.

Es menester toda la atención en este punto para descubrir la intención en el que tercia, conociendo de antemano de qué pie se movió. Hay que conocer quién nos da la información, a quien se debe, de quien cobra, con quien comulga. Identifiquemos las servidumbres de quien nos informan, sea la  prensa, la tele, la radio, internet o la vecina.

10ª Sea la reflexa contraste de lo falto y de lo falso. Y como un resumen de todo lo anterior es necesaria la reflexión para descubrir las tergiversaciones y mentiras, bien por omisión o acción. Reflexionemos, pensemos. Si no pensamos nosotros, otros pensarán por nosotros.

            Es esta última frase lo último que les dije a mis alumnos de filosofía. Mis últimos alumnos. ¡Ojalá no la olviden!

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