Publico
ahora lo que he escrito esta mañana, antes de enterarme del preacuerdo entre
Sánchez e Iglesias. No he cambiado nada. Se han cumplido mis temores.
Hoy
sí, me he decidido a meterme en el barrizal del triste momento que vivimos en
España, y con gran desesperanza y pesadumbre, he visto cómo mis temores se
confirman.
Ya he
dicho muchas veces, y así lo escrito en el blog, que la tontería “buenista”, la
ausencia de rigor intelectual, la falta de respeto por el diferente, y la
soberbia de la llamada progresía, provocarían, tarde o pronto, un rebote que se
ha materializado en Vox. Y eso no hay quien lo pare.
También
el dogmatismo de lo políticamente correcto, dogmatismo integrista y excluyente,
incapaz de un análisis crítico de sus propios planteamientos, pero beligerante
e incluso agresivo con los de los otros, ha producido el rebote que estamos
viendo.
La
demagogia extrema del independentismo, saturándonos de palabras sin contenido,
o lo que es peor, con el contenido justamente contrario a lo que realmente
significan, ha hastiado e irritado a millones de personas. Y aquí están los
resultados. A Vox le ha votado gente muy enfada, y con razón.
Y ante
esto y mucho más, cuando teníamos la ocasión de que entre los tres, entonces
tres, grandes partidos se pusieran de acuerdo, vemos que son incapaces de
hacerlo, lanzándonos a unas elecciones en las que se veía venir lo que ha
venido. Fue un error su no, sr. Rivera. Ya lo ha pagado usted, y todos lo
pagaremos durante años.
Todos
lo vamos a pagar porque, temo, y temo temer porque suelo acertar cuando temo,
que nuestros señores políticos sigan sin ver lo que la gran mayoría de los
españoles vemos, y por eso Ciudadanos se ha quedado con diez diputados; que
las dos Españas de ahora no son las derechas y las izquierdas, conceptos estos
vacíos de contenido y sólo útiles para manipular a incautos; las dos Españas
son la de la gente que desprecia la Constitución y a todos los que no son de su
cuerda, personas dogmáticas y excluyentes, es decir independentistas y
radicales de cualquier signo, y la de quienes respetan la Constitución, gustan
del pluralismo, son abiertos e integradores, y desean algo tan sencillo como
trabajar y vivir en paz en un país que tiene todo el derecho del mundo a seguir
siéndolo, es decir, la gran mayoría, la inmensa mayoría.
Temo
que no serán capaces de ver esto, y el paradigma con el que seguirán
funcionando, y desde el que regirán nuestras vidas, será esa estupidez de
derechas e izquierdas, que en esa tesitura puedes ser una bomba de relojería.
Este, tan falso como peligroso planteamiento, hace posible que el sr. Iglesias,
líder de un partido tan radical como Vox o más, partido minoritario y en
declive, tenga la soberbia de pedirle a Sánchez seis o siete ministerios en el
futuro gobierno.
Y es
que los no es no traen malas
consecuencias. Al sr. Sánchez le costó una defenestración, aunque luego regresó
por la puerta de atrás. Al sr. Rivera le ha costado el puesto y casi el
partido. Y a todos nos puede costar, muy, muy caro.
Intransigencias,
dogmatismos, demagogias, personalismos, radicalismos… Malas hierbas que acaban
ahogando al jardín y haciéndolo intransitable.
¿Qué
hacer? Que se apañen PSOE y PP, que juntos representan a la mayoría, que
escuchen a Vox y Podemos, pues hay gente detrás que merece un respeto; los
demás que colaboren como quieran y puedan, y que el futuro gobierno, que
debería representar a la mayoría, haga cumplir la ley, o si le parece injusta
que la cambie, eso sí democráticamente.
Y los
medios de comunicación que colaboren con los que están con la ley establecida, y dejen de hacerle el juego, bajo el pretexto de
la libertad de prensa, a quienes en su delirio no respetan a nada ni a nadie.
Lo veo
tan fácil… Pero temo que no será. Me temo lo peor.
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