Como
dice el libro del Eclesiastés, todo
tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el
cielo, y ahora, para mí, es tiempo de dar las
gracias.
Ya lo
hice ayer como pude, y luego en el blog, pero siento que necesito seguir
haciéndolo. Y quiero hacerlo a todos los que por las redes sociales me estáis
recordando vuestra presencia en mi vida y manifestando vuestro agradecimiento.
A todos los que de forma menos tecnológica lo estáis haciendo también. A todos
los que ayer estuvisteis en ese pasillo inolvidable, a los que saludé y a los
que no os pude siquiera saludar. Estaba desbordado y veía lo que veía,
disculpadme. ¡Cómo deseé haber tenido todo el tiempo del mundo para pararme con
cada uno, daros un apretón de manos, un abrazo, un beso, cruzar unas palabras!
¡Cómo lo deseé!
Por
eso me voy a tomar mi tiempo. Hará lo que pueda. Y quiero hacerlo sin prisas, porque no se trata de
quedar bien, sino de poder devolver a cada uno, un poquito, aunque solo sea un
poquito de lo mucho que me habéis dado.
Gracias
de nuevo y buen fin de semana. Por cierto, hay nieve cerca, por si queréis ir a
tiraros bolas.
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