A
veces es bueno replantearse las cosas desde sus raíces, tratando de
simplificarlas al máximo. Las conclusiones de hacer este ejercicio son, con
frecuencia, sorprendentes.
Tras
el debate, que no vi porque no quise, y la perspectiva “cabreante” de tener que
volver a la “mesita” el domingo, me he hecho uno de estos replanteamientos
radicales.
Primero.
Los ciudadanos elegimos a unos señores para que se pongan a nuestro servicio.
Así es, ¿no? Si no es así, ¿para qué los elegimos?
Segundo.
Los señores elegidos tienen la obligación legal y moral de servirnos a todos,
tanto a los que les hayan elegido como a los que no. Esto es indiscutible.
Tercero.
El deseo de los señores que ayer debatían es pues llegar a poder servirnos a
todos, y servirnos la mar de bien. Y todos están convencidos de que son ellos
los que mejor pueden servirnos. Hasta ahí es todo lógico.
Y ya
está. En sentido estricto ya está. Son tres obviedades.
Pero
entonces viene la pregunta del millón. Si la aspiración de estos señores es el
servicio y nada más, ¿a santo de qué viene que las relaciones entre ellos estén llenas de descalificaciones, insultos, zancadillas… y finalmente la vergonzosa incapacidad
de ponerse de acuerdo para servirnos?
Yo,
cuando alguien me ha dado a entender, y hay mil formas de hacerlo, que no le
sirvo para nada, me he ido con la música a otra parte, porque mi intención era
servir, ser útil, y nada más. Creo.
Sólo
se entendería el empecinarse en prestar un servicio que no se desea que se preste, desde la perspectiva de que lo que realmente se busca no es prestar tal
servicio, sino otras cosas nada confesables.
Y esta
es la conclusión, abrumadora por simple y cierta.
El lunes,
cuando hayan pasado las elecciones, si de verdad “los cinco jinetes que ayer
combatieron” quisieran sólo servir, deberían hacer dos cosas según cómo les
haya ido el asunto.
Si el resultado electoral ha sido un desastre,
reconocer que no se desean sus servicios y largarse, y que entren otros a
defender esa opción. Si el resultado ha sido bueno, ponerse de acuerdo respetando
a los que representan a más gente, por lógica democrática. Es el primer
servicio que millones de personas esperamos.
Ya
veremos qué hacen.
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