No es oro
todo lo que reluce, ni todo el oro reluce. Como esto, la Iglesia y cualquiera
que no sea tonto, lo tiene claro, celebramos hoy el Día de Todos los Santos. Es
decir, el día de todas aquellas personas que llevaron una vida ejemplar sin que
fueran ejemplo para casi nadie, porque en su ejemplaridad estaba incluida la
humildad y la discreción. Y ¡claro! no se vendían. No tenían un asesor de marketing
para decirles cómo hacer que su vida se hiciera viral y así lo elevaran a la
santidad de los altares, santidad pública y notoria.
En
fin, eso celebramos hoy los cristianos. Como veis, nada que ver con esqueletos
danzantes, cráneos mugrientos, ni brujas diabólicas. Mucho que ver con toda esa
gente que pasó por el mundo haciéndolo bien, sin que casi nadie se diera
cuenta.
Y es
que las personas nos enteramos de lo que nos enteramos, y de eso que nos
enteramos, más de la mitad no es verdad. Es pues un acto de justicia celebrar este día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario