La
primera lectura de la misa de hoy, primer domingo de adviento, es del profeta
Isaías. Siempre me ha gustado muchísimo, y está en mi mente y en mi vida como
una de esas luces en la noche que me recuerdan que no he de perder la esperanza
de que al final, no sé cómo, en contra de la dura y triste realidad, más allá de las evidencias, todo acabará bien, muy bien. Comparto
un fragmento a continuación.
Será
el árbitro de las naciones,
el
juez de pueblos numerosos.
De las
espadas forjarán arados,
de las
lanzas, podaderas.
No
alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se
adiestrarán para la guerra.
¡Qué
bonito!
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