Tiene
su aquel esta foto. La hice por casualidad el otro día. Andando por uno de esos
senderos de la sierra, maltrecho por las nuevas formas de acercarse a los
campos y montañas, me senté en una roca y justo delante estaba la hoja, la
última hoja.
El viento
la mecía suavemente, pronto caería. Y entonces me fijé en las yemas. Era un
símbolo precioso del paso del tiempo y de la vida. La hoja era el ayer, las
yemas, el mañana, y pronto el invierno entre el ayer y el mañana.
Fue un
rato de contemplación. El otoño y la primavera juntos, a las puertas del
invierno. Contemplaba y pensaba que era bonito, bonito y hondo lo que tenía
ante mí. Esa última hoja, esas yemas preñadas de nuevas hojas… La vida…
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