FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

viernes, 20 de diciembre de 2019

La democracia que se le diluye.



Nací en una dictadura y viví veinte años en ella. Disfruté y me ilusioné otros veinte largos en una democracia tan joven como cierta. Y siempre tuve claro que esa democracia era vulnerable, muy vulnerable, sobre todo porque era ingenua, confiada en la lealtad de todos y en la capacidad de asumir y superar la historia, también de todos.
Y llevo ya otros veinte años viendo como poco a poco, discreta pero eficazmente, poderosas fuerzas cada vez menos ocultas, están diluyendo esa democracia.
Hoy sé que ya no vivo en una democracia real, que vivo en una tan sólo formal, aparente. Veo cómo se consolida una dictadura al frente de la cual no sabemos muy bien quién está, porque los que parecen estar no son más que títeres bailando una danza embaucadora, narcótica, siniestra, al son que les marca un poder superior, al que llaman progreso, que nadie sabe muy bien ni qué es, ni quién es.
Quien haya leído hasta aquí podrá preguntarse en qué me baso para hacer semejantes afirmaciones. En hechos, en hechos concretos. Y hay muchos, aunque sólo voy a enumerar unos pocos.
La honda degradación de la vida política que ha transgredido todos los límites de la ética más elemental hasta llegar a bendecir el permanente acoso al estado de derecho de una minoría, lo que debilita la democracia convirtiéndola en una caricatura.
La creación de una cultura oficial que se impone desde los medios de comunicación, las escuelas, los institutos y la universidad, excluyendo e incluso persiguiendo cualquier elemento cultural que no encaje en sus esquemas.
La permanente búsqueda de una uniformidad de pensamiento, despreciando, ignorando y persiguiendo cualquier forma de pluralismo o pensamiento divergente. Hay que pensar y hablar como dicen que hay que pensar y hablar los gurús del régimen.
La politización a veces explícita, a veces implícita, del sistema educativo para manipular a los niños y jóvenes convirtiéndolos en adeptos acríticos a la ideología oficial del nuevo sistema político y social.
La permanente agresión al lenguaje (que es pensamiento) ignorando las fundadas advertencias de la RAE y anteponiendo criterios ideológicos a los lingüísticos, forzando de modo inaceptable a observar un lenguaje que llaman inclusivo.
La sacralización de ideas convirtiéndolas en dogmas que deben ser tenidos por verdad absoluta más allá de cualquier consideración. Y la prueba de que son dogmas es que, como todo dogma, son simples, breves e irrefutables, resistentes a cualquier reflexión o análisis mínimamente serio.
La falta de independencia de los medios de comunicación vendidos, unos más que otros, pero todos, a la autoridad de esta nueva dictadura. La de la corrección política, la de la posturita mona, aunque no sea verdad.
Y aún podría seguir, pero prefiero dejar en manos del espíritu crítico de quien lea esto la búsqueda de nuevos indicios que avalen el triste y preocupante hecho de estar ya en una nueva dictadura. Los hay por todas partes.
Es lo que veo, y lo lamento. Y por cierto, no voy a volver a hablar de asuntos tan desagradables hasta la octava de Navidad, por respeto a lo que algunos celebramos en estas fiestas.

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