"Y he
llegado a la conclusión de que si las cicatrices enseñan, las caricias también",
dice Mario Benedetti, pensamiento este que me ha hecho llegar también a mí a una
conclusión.
Aprendí,
¡cómo no! de los golpes que dejan cicatriz, y de las caricias que mitigan el
dolor de los golpes, pero es que ahora, ya acabada mi vida profesional, me
estáis enseñando tanto que vais a hacerme sabio, y no precisamente a golpes.
De
nuevo, ¡gracias! Esta vez por la “fiebre del sábado noche”.
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