Leyendo
un libro muy recomendable para quien le guste el lenguaje, me encontré con una
curiosa y divertida referencia a la primera descripción de extraterrestres que
podemos encontrar en la literatura occidental.
Es el
autor un griego llamado Luciano de Samósata, ciudad situada en la actual
Turquía, parte entonces del Imperio Romano. Escribió en el siglo II d.C una
novela que tituló Historia verdadera con la intención de ridiculizar las
exageraciones y falsedades de los relatos de viajes.
Cuenta
que fue arrebatado en un barco por una tromba de agua que lo elevó hasta la
luna, y allí, ¡oh sorpresa!, se encontró con sus habitantes, los selenitas.
Dice
de ellos que son seres sin ano. Que todos comen lo mismo, ranas asadas, ya que
hay muchas en la luna, y además son voladoras; se beben el humo de las ranas que asan. Sus ojos son desmontables, es decir que se los pueden quitar y poner,
por eso a veces los pierden y se los han de prestar entre ellos. Allí no
existen las mujeres por lo que los hombres se unen entre sí y dan a luz a los
selenititos; en el embarazo el feto lo alojan en el muslo. Se visten con vidrio
los ricos y con metal los pobres…
En
fin, ¿qué queréis que os diga? Interesante descripción de estos habitantes de
la luna. Desbordante imaginación la de Luciano, el auténtico precursor de los
relatos de ciencia ficción, aunque en este caso más de ficción que de ciencia.
Por lo
visto eso de los extraterrestres, selenitas, marcianos o de otras galaxias, no
es nada nuevo. El que sean verdes o negros, con o sin antenas, duros o
pringosos, buenos o malos, feos o espantosos, es cuestión del humano que los
haya visto. Dónde, cuándo y cómo los haya visto es otra cuestión.
El
libro en el que he leído esto se titula Latin Lovers, de Emilio del Río, y está
publicado por la editorial Espasa.
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