Es hoy
un día triste para Europa. Al filo de la media noche el Reino Unido dejará de
ser miembro de la Comunidad Europea.
El
miércoles, en el Parlamento europeo ya se escucharon las notas del “Auld Lang
Syne” y se vieron lágrimas en más de un diputado. Sí, es triste, sobre todo porque
con esto salimos perdiendo ellos y nosotros. Y se rompe en parte un sueño que nos ilusionó a muchos en otros tiempos.
No es
bueno. Y permitidme decirlo así, no han ganado “los buenos”. Y no es que los
partidarios del brexit sean malos, es que en el fondo no saben lo que han hecho
y desde luego resulta éticamente inaceptable el por qué lo han hecho.
No ha
ganado la democracia, porque la democracia real es hacer la voluntad de la
mayoría, no de una mitad. Esto es la tiranía de una mitad sobre la otra, y
aunque técnicamente sí es una decisión democrática, realmente no lo es. Es la
perversión de la democracia.
No ha
ganado la solidaridad, porque el motivo de fondo que les ha llevado a esto es
de lo más miserable. Nosotros somos diferentes, mejores, superiores, y no
tenemos por qué cargar con otros que no llegan, ni de lejos, a nuestra altura.
No ha
ganado la unidad. Nuevas fronteras. Siempre me ha ilusionado y alegrado ver
caer muros, ver borrar fronteras, y me ha disgustado y hasta asustado ver el
ímpetu desaforado con el que mucha gente pelea por elevar fronteras donde no
las había.
No ha
ganado el pluralismo y la tolerancia. El fantasma de la cultura superior, de la
raza superior, que desea mantenerse pura
y evitar contaminarse, sigue demasiado vivo en el mundo. Todo el daño inmenso
que ha provocado a lo largo de la historia, parecen haberlo olvidado.
Y al
fin, de este modo todos somos más débiles, mucho más débiles. Ellos, ahora sí
son ya ellos, y nosotros, somos más débiles, y más pobres. Y no sólo en el
ámbito económico y político, sino en el cultural y en el moral.
Triste
enseñanza para las nuevas generaciones. Triste legado les dejamos para el
futuro. Triste derrota de los valores que pueden hacer de este mundo un lugar
mejor para vivir.
Today
is a sad day for Europe. At midnight the United Kingdom will cease to be a
member of the European Community.
On
Wednesday, the "Auld Lang Syne" notes were already heard in the
European Parliament and tears were seen in more than one deputy. Yes, it is
sad, especially because with this we lose them and us. And a dream is broken in
part that inspired many of us in other times.
Not
good. And let me put it that way, they haven't won "the good guys."
And it is not that Brexit supporters are bad, it is that they do not know what
they have done and, of course, why they have done it is ethically unacceptable.
He has
not won democracy, because real democracy is to do the will of the majority,
not a half. This is the tyranny of one half over the other, and although
technically it is a democratic decision, it really is not. It is the perversion
of democracy.
He has
not won solidarity, because the underlying reason that has led them to this is
most miserable. We are different, better, superior, and we do not have to carry
others who do not arrive, even at a distance, at our height.
He has
not won the unit. New frontiers I have always been excited and glad to see
walls fall, to see borders erased, and I have been disgusted and even scared to
see the unbridled momentum with which many people fight to raise borders where
there were none.
He has
not won pluralism and tolerance. The ghost of the superior culture, of the
superior race, who wishes to remain pure and avoid contamination, is still too
much alive in the world. All the immense damage it has caused throughout
history seems to have forgotten.
And
finally, in this way we are all weaker, much weaker. They are now themselves,
and we are weaker and poorer. And not only in the economic and political field,
but in the cultural and moral.
Sad
teaching for the new generations. Sad legacy we leave for the future. Sad
defeat of the values that can make this world a better place to live.
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