Me ha
llamado la atención la curiosa noticia de que han encontrado restos de un
antiguo asentamiento vikingo en Olocau. Parece ser que fue una incursión
pacífica que en el siglo III a.C. remontó, con veinte naves, el Turia, entonces navegable, y tras pactar con las autoridades de la ciudad íbera de Edeta,
estas les ofrecieron el bonito enclave donde está hoy en día situado el pueblo,
y allí fundaron un pequeño asentamiento.
Pero
en el año 76 a.C. la Edeta íbera fue destruida por el general romano Sertorio y
el poblado vikingo corrió la misma suerte, quedando abandonado hasta que lo
ocuparon los árabes en el siglo VIII.
Posteriormente Edeta, la actual Liria, se convirtió en una prospera e importante ciudad romana y los nórdicos terminaron fundiéndose con sus habitantes.
Es
muy interesante esta presencia de vikingos en el levante ya en el siglo III a.C., ya que la siguiente incursión vikinga se produce, en plan
saqueo, el año 858, es decir, en el siglo IX, doce siglos después.
El
nombre de Olocau parece ser que se remonta también a este pueblo nórdico.
Bautizaron su poblado en recuerdo de la ciudad de la que provenían Uflu, o sea
Oslo, añadiéndole kad´us, pequeño, y le llamaron Uflu-kad´us, Oslo pequeño, lo que derivó a través
del latín y el árabe en Oslocado y finalmente en Olocau.
¡En
fin!, cosas de la historia, tan curiosas como falsas, porque todo lo que he
dicho es mentira, es una pura invención, una tontería como la copa de un pino.
Pero, a que parecía verdad. No he tenido más que ensamblar coherentemente una
serie de datos, algunos ciertos y otros rotundamente falsos.
Estoy
convencido, si no haced la prueba, de que mucha gente puede creer que Olocau lo
fundaron los vikingos y le llamaron Oslocado si lee lo que he escrito arriba. Si
además, en vez de yo, lo firma un técnico y pone sello oficial, tiene connotaciones emocionales para esa persona el hecho de que Olocau sea vikingo, y lo dicen por la tele, no sólo se lo creerá, sino
que además lo defenderá ante quien haga falta. Y si el lector, además es joven,
con no excesiva cultura y manipuladito desde niño, pues no digo ya hasta dónde
puede llegar para defender semejante gilipollez.
Pensad
ahora, no en el origen vikingo de Olocau, sino en cualquiera de las historias
que nos cuentan los políticos y sus secuaces y que, tarde o pronto, acaban influyendo y determinando nuestras
vidas. Cuentos, cuentos y mentiras que parecen verdades. Elaboran “productos” falsos, bien expuestos y decorados con datos verdaderos. Y luego nos los sirven, adecuadamente emplatados, a través de los medios de comunicación afines a ellos. Y tragamos. ¡Claro!
Esto
es lo que está pasando, lo que en realidad pasa siempre, pero a veces de un
modo más intenso, incluso más grotesco, y por lo tanto mucho más peligroso.
Como ahora.
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