FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

viernes, 21 de mayo de 2021

Ahora que se acerca el verano 2.

Hablaba en la anterior entrada de los miedos y prejuicios. Miedo a tomar decisiones que puedan restar votos, y prejuicios propios de otros tiempos que, en virtud de la cargante y profunda imbecilidad del paradigma falso de las derechas y las izquierdas, impiden un análisis de la realidad objetivo, previo a cualquier actuación eficaz.

Empezaremos por los miedos. Miedo a gestionar de un modo razonable el impacto de las carreras de montaña, los corredores y las bicicletas en el medio natural. Están causando verdaderos destrozos, algunos irrecuperables, sobre todo en la red de senderos, y en algunos lugares fuera de ellos. Miedo a acometer reformas legislativas sobre la propiedad privada, para facilitar la adecuada intervención en los montes. Miedo a restringir determinada actividades o a controlar aforos en muchos parajes que no pueden soportar la presión deportiva y turística. Se les llena la boca con la palabra sostenibilidad, y no tienen lo que hay que tener para aplicarla a aquello que realmente necesita ser “sostenido”.

Siguiendo por los prejuicios, hemos de poner el dedo en el más incapacitante de todos, la aversión sistemática, y a menudo irracional, hacia todo lo privado. Hay un hecho. No hay economía nacional que tenga la capacidad de soportar el coste de la gestión del medio ambiente. Es decir, no hay dinero público para pagar la adecuada atención de nuestros montes y zonas forestales. Por eso están tan abandonados. El monte ha de ser rentable, como lo era antes de que al dejar de serlo se abandonara.

La única salida eficaz son las empresas de gestión medioambiental que gestionan los montes aprovechando la biomasa. Generan puestos de trabajo en las zonas rurales fijando población, aportan riqueza y previenen plagas e incendios.

Pero para ello hay que hacer concesiones de extensos territorios a largo plazo a estas empresas para que su intervención les sea rentable. Y eso supone reformas legislativas sobre la propiedad del entorno natural y una inspección exhaustiva por parte de las autoridades de esa intervención. Y superar la atávica aversión a lo privado, permitiendo la gestión privada con control público.

Y el caso es que no veo otro camino para que nuestros montes y bosques vuelvan a ser sostenibles. Ahora no lo son. Y los adalides de la sostenibilidad, si tuvieran un poco de vergüenza, tendrían que cargar sobre su conciencia el imparable deterioro de la naturaleza que nos rodea. Los páramos que fueron bosques, las fuentes secas, los senderos destrozados, los inviables y peligrosos pinares rebrotados que pronto serán de nuevo pasto de las llamas…

Pero da igual. Estas dos entradas tampoco tendrán muchas visitas, o sea que estas palabras no son más que voz que clama en el desierto. En el desierto que será, porque “nuestros montes no pueden ser un jardín”.



Este letrero, que he visto parecidos en muchos sitios, situado muy cerca de aquí, resume muy bien las agresiones a nuestro medio natural. A la vista está que a algunas de estas advertencias no le hacen ningún caso, y ninguna autoridad hace nada para evitarlo.


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