FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

lunes, 17 de mayo de 2021

No son manías, creo yo.


Me comentaban el otro día que tenía “manías meteorológicas”, y que después de todo tan natural es el poniente como el levante, y la lluvia como la sequía. Y eso es verdad. Por eso voy a explicar mis “manías” que se incrementarán de cara al verano, como siempre. Lo sé; y bien que me fastidia.

Yo, más que “manías meteorológicas” las llamaría conciencia medioambiental, y bien viva, muy a mi pesar. Porque a mí, personalmente, no me molesta el poniente, ni las temperaturas altas, como tampoco me molesta el levante o el frío. Ni la niebla, ni la lluvia, ni la tormenta. La naturaleza es como es.

Lo que me molesta, y mucho, es el impacto que determinados fenómenos naturales tienen sobre un medio ambiente, el nuestro, abandonado a su suerte desde hace muchos años; por muchos parquecitos que haya, con sus letreritos y sus vallitas de madera la mar de monas.

No habiendo, como no hay, una gestión integral y a largo plazo de nuestros montes y bosques, con el cambio climático en marcha y el abandono del mundo rural, convertido, en el mejor de los casos, en polideportivo al aire libre, el poniente, y más en verano, es una bomba de consecuencias devastadoras.

Hemos perdido, he perdido, maravillosos parajes devorados por el fuego y abandonados después, que están ahora verdes, a la espera de otro incendio, pues son masas de pinos pequeños intransitables o matorral, también intransitable. Pólvora.

Por esto me preocupo, sobre todo en verano, cuando no llueve, cuando suben las temperaturas demasiado, y sobre todo cuando entra el poniente. Y no es por mí, es por nuestro medio ambiente.

Si viviera en una tierra donde de verdad se respetara la naturaleza y se gestionara con inteligencia el medio ambiente, disfrutaría también de esos días tórridos de cielos azules, de crepúsculos prodigiosos, que nos trae el poniente en verano. Y no me agobiaría tanto cuando la lluvia se olvida de nosotros, cosa normal en el clima mediterráneo.

Pero no es el caso. Quizá sea un poco excesiva mi conciencia medioambiental, es posible; pero si conocieran sólo la mitad de los parajes perdidos por el fuego que yo conocí, de los que aún vivos penden de un hilo, de los senderos destrozados por bicis y motos, de las fuentes que antaño manaban, y de las que yo bebí, quizá me entenderían mejor los que piensan que tengo “manías meteorológicas”.

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