Este
romance, anónimo, que aparece ya en las primeras colecciones de romances en el
siglo XVI, tiene muchas versiones, como sucede con los romances. Comparto la
más breve y conocida, la de Menéndez Pidal, este mes de mayo, pues así empieza, "que por mayo era, por
mayo…"
Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor,
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión,
que ni sé cuándo es de día,
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba al albor.
Matómela un ballestero;
déle Dios mal galardón.
Siempre
me ha llamado la atención la profunda nostalgia de la libertad que siente el
prisionero recordando cómo es el mes de mayo; el calor, los trigos, las flores, las
aves, los enamorados… Su único contacto con ese mundo es un pajarillo que le
mata un ballestero, rompiendo así su única relación con el mundo exterior.
En una
de las versiones de este romance, el Rey perdona al prisionero que se
reencuentra felizmente con su esposa. Quedémonos con este final feliz.
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