FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 16 de agosto de 2017

¡Oh dulce y tierno chavalín...!


      Era una apacible y fresca mañana en un pueblecito del Pirineo. Acabada nuestra estancia allí, cargábamos el coche para regresar a los calores mediterráneos. La escena la vivió de cerca un amigo y me la contó enseguida.
Un niño de unos doce años, que luego descubrí que se llamaba Miguel, se dedicaba al noble arte de tirar piedras como puños a diestro y siniestro. Las piedras en cuestión las cogía de una especie de jardín que hacía de techo a una estancia inferior de los apartamentos. La calle con sus coches aparcados, los árboles, las plantas, los agujeros de los desagües o cualquier bicho que se moviera, eran objetos a batir.
Parece ser que llevaba así un rato cuando una señora de mediana edad, que contemplaba la escena desde una terracita próxima, le dijo al mozalbete que dejara de tirar piedras. En ese momento mi amigo pasaba junto a él y oyó su respuesta que, aderezada con un gruñido fue, "vieja, puta, vieja, puta…" que a modo de letanía mascullaba a media voz. Y siguió tirando piedras como si tal cosa.
Coincidimos mi amigo y yo en que nos entraron unas casi irrefrenables ganas de atizarle al niño un soberano guantazo que le tuviera haciendo palmas las orejas un cuarto de hora al menos. La mamá, que oyó la reconvención, se limitó a decir, "nene no tires piedras", y siguió a lo suyo. Y el niño también, a lo suyo, tirando piedras.
Y es que ni la escueta amonestación de la señora, ni la indolencia de la mamá, ni la violencia que nos pedía el cuerpo son adecuadas intervenciones. Lo que deberíamos haber hecho es, previa  autorización materna, decirle al niño respetuosa y delicadamente para no traumatizarle algo así como: "oh dulce y tierno chavalín, si eres tan amable de dejar de tirar piedras te lo agradeceríamos muchísimo porque puedes taponar los desagües, abollar algún coche, descalabrar a algún viandante… Más si no es este tu deseo porque necesitas seguir con tu tarea ya que tanto te divierte, disculpa nuestra intromisión en tu vida y nuestro abusivo intento de coartar tu sagrada libertad y tu derecho a divertirte como te salga de… las narices".
Sí, así tendríamos que haber actuado con este niño. Todos lo hicimos mal. La señora de la terracita por atreverse a amonestarle y por no explicarle las consecuencias de sus actos. La mamá por pasar del asunto tan olímpicamente. Y nosotros por haber tenido la tentación de hacer algo tan cruel, tan horripilante y trasnochado como pegarle un tortazo al chiquillo.
Era el chiquillo el que haciendo uso de su soberana libertad lo estaba haciendo bien, ¿no? ¡Claro! ¡Ay Miguelín, que represores y "chapaos a la antigua" somos algunos adultos! ¿Verdad? 

NOTA:
Aún habrá quien no captará la ironía del texto.

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