Quiero
hoy compartir dos textos de nuestro amigo José Luis, amigo de toda la vida, en
estos momentos difíciles para él y para todos los que lo queremos.
Uno es
el que tiene en su blog, Umbral de zona, a modo de presentación. Es este.
Yo
bautizo a niños, caso a jóvenes, digo misa, aliento a los que sienten que la
salud se les va, rezo por los que mueren, perdono pecados en nombre de Jesús,
hablo de su Evangelio y de su Padre Dios a la gente y siento a Jesús a mi lado
en la intimidad de la oración y en la barahúnda de la vida. ¡Tengo el oficio
más bonito del mundo! Aunque a veces me siento solo, sé que es más una
sensación que una realidad. Mis refugios: mi fe en Jesús de Nazaret, hombre
libre y resucitado, la posibilidad de compartir lo poco o mucho que soy o
tengo, y el regalo de captar toda la belleza de este mundo. ¡Estoy en el umbral
de la Zona, en la antesala de Dios!
Y
otro, el principio de la última entrada que escribió antes de ser ingresado en
el hospital.
Hay
muchas cosas muy bonitas que parecen esperarme en estos días primeros de mi
jubilación a los setenta y siete, que
son como ocasiones que da la vida para hacer que esta última fase de la
vida se trueque en un nuevo regalo que ésta hace. Pero también, cuando miras
alrededor, ves a otros cuya situación de jubilado por una traición de la
enfermedad, no pueden disfrutarla. Ese es un nuevo temor que me sobreviene. Pero no olvido, que estoy en manos de Dios y que
Él como sea, cuidará de mí y cuando llegue el momento, me llamará.
No
digo más. Me quedo con el último párrafo.
Pero no olvido, que estoy en manos de Dios y que
Él como sea, cuidará de mí y cuando llegue el momento, me llamará.