FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

viernes, 30 de octubre de 2015

Por la sierra de Chiva.

Ya hace algún tiempo que se puede salir por aquí de excursión. La temperatura es agradable, fresca cuando cae el sol y nuestros montes, este año, están mejor que años pasados. El agua ha hecho milagros.
En esta entrada os propongo una excursión muy bonita y generalmente solitaria por la sierra de Chiva.
Arranca justo en la caseta donde acaba el asfalto de la pista de la fuente de la Alhóndiga, que discurre por el barranco Grande. Esta pista, en sí misma ya es muy bonita, espectacular en algunos momentos.
Empezaremos ascendiendo por una buena pista forestal. Luego, andaremos por un camino señalizado que sale a la izquierda y que nos llevará al llamado Pocico del Jabalí, gran y solitaria roca, y precioso rincón donde el camino se convierte en sendero. Siguiendo este sendero y bordeando por una cornisa un profundo barranco, el barranco de La Parra, con espléndidos e inesperados panoramas, volveremos a la pista por la que regresaremos al punto de partida.
Son unos 9 kilómetros y unos 250 metros de desnivel en ascenso y otros tantos en descenso. Excursión pues de una mañana o una tarde, nada pesada y que nos ofrece panoramas sorprendentes. Es de estas excursiones que cuando la haces dices: parece mentira que esto esté tan cerca de casa.

Si quieres el track pulsa Por la sierra de Chiva. Si quieres más información, pídemela por el correo indicado en el blog.

El pico Hierbas, de 1032 metros, punto de arranque de la ruta.
La cara sur del pico es un espectacular conjunto de paredes y cornisas.
Curiosas formaciones calizas nos acompañan toda la excursión.
Desde el camino hacia el Pocico del Jabalí, la vista al este es inmensa.
Cheste se ve abajo, tras los paredones de la sierra.
Las peñas que hay sobre el barranco de la Parra son muy espectaculares.
Esta peña de 860 metros de altitud y que se eleva casi 300 metros sobre el barranco de la Parra, sorprende al descubrirla.
Paonorama al este, ya en el sendero del barranco de la Parra.
Lo hondo del barranco ya está en sombra.
Un espárrago de lobo, seco, junto al camino.
De nuevo en la pista, regresamos al punto de partida.
El pico Hierbas nos indica el camino, por si hay dudas.
Justo en la curiosa roca, la pista empieza a bajar decididamente.
Primer plano de la roca. Hay muchas así. Es bonito.
El pico hierbas iluminado por el sol poniente.

jueves, 29 de octubre de 2015

El buitre y yo.

El 26 de julio de este año, estábamos Isabel y yo en Viella, adonde habíamos ido huyendo de la carrera de montaña que se celebra todos los años por estas fechas, alrededor del Aneto. Era domingo y regresábamos ya a Benasque, al hotel de nuestro amigo Josemari y familia, en el que estuvimos hasta la celebración del citado evento deportivo que, dicho sea de paso, está en las antípodas mismas de mi forma de entender y vivir mi relación con las montañas.
Me levante temprano para aprovechar lo que iba a ser un día de traslado subiendo algún “risquillo” y, poco antes de llegar a la cima, pude contemplar desde muy cerca, sin que se percatara de mi presencia, a un buitre que, iluminado por el sol limpio de una mañana fresca y muy azul, observaba sus dominios.
El momento fue mágico. Estábamos solos el buitre y yo. No se oía nada. Soplaba un suave viento del este. Me senté en una roca y estuve un largo rato contemplándolo y contemplando el mundo altivo y sereno que él también contemplaba, hasta que abrió las alas y majestuoso, flotó ingrávido en el aire y se alejó perdiéndose valle abajo.
Hoy, después de una semana de faringitis de la que no acabo de salir, en la que "he tirao palante" a trancas y barrancas, quedándome como consecuencia en un estado de "espachurramiento total transitorio" (ETT), me he acordado de aquel encuentro, y me ha resultado grato evocarlo, escribirlo y compartirlo; para que ese recuerdo, en este caso, no sea un eco secreto del silencio de aquella mañana plácida de verano. Sí, para que en éste caso sea un eco compartido.

Mirad las fotos.




miércoles, 28 de octubre de 2015

¡Ay, la motivación, la motivación...!

Visto así, sin más, me parece una solemne y peligrosa majadería.
Hay ciertas palabras que en cuanto las oigo se disparan en mi todas las alarmas. Gilipollez al canto, me digo. Diálogo imposible, concluyo. Cambio de tercio. Hablemos del tiempo.
Motivación es una de ellas, y de ella voy a hablar asumiendo que más de uno puede pensar que cómo es posible que un profesional de “estas cosas” diga “semejantes atrocidades”, pero es que resulta que es precisamente por eso, porque llevo muchos años siendo profesional de “estas cosas”, por lo que digo lo que digo, con conocimiento de causa y por mi experiencia diaria.
Y empecemos a hablar clarito. Soy profesional de “trinchera”, no de cuartel general. Y la “guerra” se ve y se vive de muy distinta forma desde el despacho y la conferencia, que desde el aula, de muy distinta forma.
Y este es el primer problema. Toda esa legión de psicólogos y pedagogos de la motivación que, con planteamientos muy discutibles y a menudo inaplicables, han contaminado a muchos padres y algunos profesores, creando como consecuencia situaciones muy difíciles en el día a día del aula y un deterioro progresivo del sistema educativo.
Y el segundo problema, más grave, está oculto en el primero y hay que sacarlo a luz. No se trata ya de que estos señores pretendan decir lo que hay que hacer en aula sin haber pisado una en su vida, como no sea de visita, sino además que el fundamento pedagógico sobre el que se suelen sustentar sus teorías es a mi juicio falso y sus consecuencias, devastadoras.
Veamos. A todo “bicho viviente”, tengamos la edad que tengamos, hay cosas que nos gusta hacer y cosas que no. Y el que nos guste hacer algo es la mejor de las motivaciones para hacerlo. ¿Cierto?
Pero claro, no hacemos sólo lo que nos gusta, o al menos no debemos hacer sólo lo que nos gusta, sino otras muchas cosas que nos gustan menos o incluso que no nos gustan nada, lo que evidentemente nos cuesta mucho. Y esto nos pasa a todos, niños, jóvenes y adultos. ¿Sí?
Llegados a este punto, sesudas mentes se lanzaron a la búsqueda de las causas por las que muchos niños y jóvenes se resistían a hacer lo que no les gustaba y concluyeron que era porque no estaban motivados, no porque no les gustaba, que era lo obvio. ¿Y quién no les motivaba? Lógicamente los responsables de tal desaguisado eran los maestros y profesores que no sabían motivarlos.
Este es, desde mi punto de vista, el segundo gran error, el más grave, porque implica una visión de la educación muy “mona”, políticamente muy correcta, pero del todo irreal.
¡Claro!, vino entonces lo de inventar mil zarandajas para motivar a los alumnos. La motivación era la panacea que la educación necesitaba. Dibujitos, colorines, pantallitas, dinámicas varias, ser siempre muy simpático e incluso si se tercia, vestirnos de lagarterana para dar “mates”, o de Caperucita roja para dar lengua, si eso les motiva.
Y a nadie se le ocurrió pensar eso de que aunque la mona se vista de seda mona se queda. Dicho de otro modo, si al nene no le gusta el lenguaje, no le gusta, por mucho que lo adornemos y rebocemos para que le resulte motivador. La cuestión es que si no le gusta, peor para él porque no estará motivado. Entrará en juego entonces eso del esfuerzo y el sentido del deber. “Mira nene, lo has de hacer, te guste o no, porque debes hacerlo, es tu puñetera obligación. ¿Entiendes chiquitín?”
¿A dónde voy a parar? A que la pedagogía de la motivación ha acabado de hecho con la pedagogía del esfuerzo y la responsabilidad. Y a la vista están los resultados.
Y es una lástima porque no son incompatibles. ¡Claro que el “profe” tiene que hacer amena la clase, buscar recursos para captar la atención de los alumnos, vivir su asignatura (dicen que eso motiva mucho), conocer la realidad vital del alumno… y más; pero lo importante no es sólo eso, que lo es. Lo importante es también que el niño, el joven, entienda que si le gusta la asignatura, el modo de darla del “profe”, genial, estupendo, mejor para él; pero que si no le gusta, da exactamente lo mismo. El problema lo tiene él. Esfuerzo y sentido del deber son la solución. En otras palabras: adonde no llega la motivación ha de llegar la obligación. Y punto.
Una pedagogía de la motivación sin una pedagogía del esfuerzo y el sentido del deber, (que nos lleva a hacer lo que debemos, nos apetezca o no), es el caldo de cultivo ideal para criar “perros, vagos y maleantes”. En el equilibrio entre ambas está el éxito.
Para acabar, una última reflexión a propósito de esto. Y quien quiera y pueda leerla también entre líneas que lo haga. Cuántas más realidades conozca el niño, cuánto más rico y variado en estímulos sea su entorno, más “cosas” le gustarán, para más “cosas” estará pues motivado, menos tendrá que echar mano del “lo he de hacer por que es mi obligación”.
¡Cuidado con los eucaliptos! Se hacen muy grandes, pero a su alrededor no crece nada.

martes, 27 de octubre de 2015

Una tarde de otoño.


Resfriado y sin voz, me he tapado bien, he cogido a la “Roberta” y me he ido hoy, en cuanto he podido, al monte, sin rumbo. Lo importante es estar en el monte.
Son una bendición estas escapadas "cabalgando" sobre lo más parecido que tengo a un caballo. Soledad, silencio, el campo abierto, los pinares, la tierra húmeda (por fin puedo decirlo), los colores del otoño…
El día ha sido gris, amenazante, aunque el sol ha asomado fugazmente en algún momento. Hacia las cinco de la tarde, una densa masa nubosa, avanzando desde poniente, ha ido difuminando el paisaje. Justo a tiempo he encontrado refugio, y seco y tranquilo he visto llover, he escuchado llover… Un chubasco, sol, otro chubasco más fuerte y el arco iris, un magnífico arco iris que a modo de diadema gigantesca se extendía sobre el pico Hierbas.
Nuevas nubes venían por el oeste, de momento rotas, y las que habían pasado, ya sobre la costa, imponentes, se teñían de los colores del atardecer.
Aprovechando la tregua, he iniciado el regreso a casa a donde he llegado ya de noche, cuando volvía a chispear. ¡Bueno es que llueva! Y mejor que, al menos esta vez, no me haya pillado. Con el tabardillo que llevo no era buen negocio un remojón.
Ahí van algunas fotos.

Este arbolito, tan bonito en otoño, creo que es un serbal.
Creo que es un arce. Puede que no.
Esto sí es un castaño.
Suelo otoñal. Un placer andarlo.
Hoja de vid. ¡Qué colores!
Pese al cielo muy gris, los colores de las viñas destacan en el paisaje.
Cepa otoñal con racimos todavía. Mediterráneo en estado puro.
Tan sencillo, tan cotidiano y tan bonito.
Viene la lluvia. ¡A buscar refugio!
Llueve, llueve bien. Se ve, se oye, se huele...
Y luego, el arco iris.
Un hermoso y largo arco iris.
Arco iris que se reflejaba en los charcos.
Han pasado las nubes. Están sobre la costa.
Y el sol, tiñe de colores las nubes que están descargando sobre Ribarroja, Cheste, Villamarchante...
El camino va quedando oscuro. La luz sube por las nubes hasta perderse. Pronto será de noche.

lunes, 26 de octubre de 2015

Los celos. Prevención y tratamiento.


A lo largo de los ya muchos años que llevo atendiendo papás y mamás en el departamento de orientación del colegio donde trabajo, he visto, como es natural, mil historias diferentes, pero puedo decir que en casi un tercio de estas historias, algunas muy graves y dolorosas, estaban detrás, directa o indirectamente, los celos.
Por eso inicio en el blog, en la sección Escuela de padres, una serie de artículos en los que voy a intentar, de un modo práctico y breve, aclarar ideas y dar algunas pautas para ayudar a los muchos papás que, sabiéndolo y a veces sin saberlo, se enfrentan a los celos de sus hijos, pasándolo a menudo, muy, muy mal.
A continuación expongo el guión que seguiré.

1. Conocimientos teóricos.
1.1. Conocer la naturaleza de los celos.
1.2. Entender la naturaleza psico-biológica del niño.

2. Prevención.
2.1. No siempre ha de ser el centro de todos.

3. Tratamiento.
3.1. Formar frente común padre y madre.
3.2. Combinar situaciones familiares diversas.
3.3. Cuidado con vecinos, amigos etc.
3.4. No decirle que tiene celos.
3.5. No discutirle cuando se queja. No tratar de demostrar nada.
3.6. No tratarlo igual que al otro. Reconocer diferencias.
3.7. No “comerle el coco” y menos con argumentos morales.
3.8. Si utiliza conductas inadecuadas: ignorar.
3.9. No demostrarle que puede controlar nuestro ánimo.
3.10. Demostrarle el cariño y atención adecuados.

domingo, 25 de octubre de 2015

Series de fotos. Hojas 1.

Dicen que es un laboratorio, las hay por todas partes, no las vemos aún viéndolas porque son comunes, cotidianas, y a veces nos molestan porque ensucian… Pero las necesitamos para vivir, para respirar… Son las hojas.
Aquí tenéis, si pulsáis el enlace, Hojas 1.,cien fotos de hojas, algunas parecidas, pero nunca iguales. Y a continuación, diez de estas cien, comentadas.

Hoja de higuera en primavera.
Hojas de roble flotando en un estanque, en otoño.
Hijas de roble, flotando en el estanque, iluminadas por el sol de la tarde otoñal.
Hojas de vid en otoño.
Hoja de plátano, aún en el árbol, por poco tiempo.
La hoja del roble aún conserva algo de verde.
Las hojas de plátano, amarilleando frente al cielo azul.
Hojas de castaño. ¡Qué verde tan bonito!
Hojas de helecho, verdes, amarillas, ocres...
Una hoja de plátano, ya seca, húmeda por el otoño y envuelta por la hierba.

sábado, 24 de octubre de 2015

¡Enhorabuena Martina!


Hola Martina:

            ¡¡¡¡Enhorabuena!!!!  Enhorabuena a ti, a tus “papis” que estarán la mar de “pagaos”, a tu “cole”, el colegio de la Asunción. ¡¡¡¡Enhorabuena, de verdad!!!! El logotipo que has diseñado “mola un montón” y te encantará verlo en camisetas, en carteles, en publicaciones... Es para celebrar el 25 aniversario del Conservatorio de Ribarroja, ni más ni menos. ¡Enhorabuena también al Conservatorio!
           Me alegro de verdad, pero te voy a decir una cosa: no olvides que como ya dijo el atleta Carl Lewis, y él sabe mucho de estas cosas, la verdadera competición ha de ser con uno mismo. Ésa es la que de verdad te puede hacer muy feliz a lo largo de tu vida.
           Ahora, disfruta del momento a tope.
           
           Tus tíos, Isabel y Jesús.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Cartas a Laura VI

Eres tú, Laura, en tu primer viaje a los Pirineos. Año 1988.

Querida Laura:

Desde que nos dijisteis que ibais a ser papás, y papás de dos, tuve muy claro que tenía que escribirte una carta en el blog pero, sinceramente, no sabía muy bien por dónde empezar, porque eran demasiados los recuerdos y los  sentimientos que se agolpaban en mí.
He dejado pasar el tiempo para que todo vaya sedimentando y encontrar así un hilo conductor que me permita escribir algo sencillo, breve y cierto. Y creo que lo he encontrado.
Ese hilo, Laura, es el paso del tiempo. Sí, me lo habéis hecho sentir como un escalofrío que te recorre de arriba a abajo. Cuando aquel domingo, después de comer, la mamá, mi mamá, se emocionó hasta el llanto, sabiéndose bisabuela, sufría los embates de dos sentimientos, y así lo manifestó, uno de alegría profunda por vosotros, y otro de tristeza por el “poco tiempo”, por mucho que sea, que tendrá para disfrutar de sus biznietos.
         Sí, es el paso inexorable del tiempo. Yo también me alegro mucho, muchísimo, por vosotros, pero no he podido evitar el mismo pensamiento que la mamá, con cifras quizá distintas, pero el mismo pensamiento; el de que cuando vuestros hijos tengan veinte años, muy jóvenes aún, yo, si llego, tendré ochenta… Y ves al futuro perderse a lo lejos, un futuro al que ya no perteneces. Y es entonces cuando miras al pasado... 
         Me acuerdo, como si fuera ahora, cuando fuimos a verte al hospital recién nacida; cuando pisaste por primera vez tierra pirenaica, en el bosque de Besiberri, casi sin saber andar; cuando te tuve en clase, en Lengua; cuando nos hablaste de tu vocación; cuando nos enteramos en Puigcerdá de que habías entrado en medicina y te regalamos un ramo de flores; cuando aprobaste el MIR con nota excelente, lo que te permitió elegir hospital con total libertad; cuando te casaste con Josep y… bailé, cosa harto rara en mí…
El tiempo pasa, la vida pasa, por eso os doy un consejo de “tío abuelo” de ya casi sesenta años: vividla a fondo, bebedla a grandes sorbos. Y enseñad a hacer lo mismo a vuestros hijos. Pero para eso, antes que nada, acordaos siempre de dar importancia a lo que realmente la tiene, sin abandonar lo accesorio, a menudo útil, pero no más que accesorio. Y es importante tu matrimonio, tu maternidad, tu hermosa vocación; son importantes tu familia, tus amigos…Y tú sabrás qué más, Laura. Es tu vida.
Así, cuando seáis viejecitos y un buen día os veáis abuelos y, tiempo después, quizá bisabuelos, podréis decir con Pablo Neruda esa frase, título del libro de sus memorias, que a mí siempre tanto me ha gustado, “confieso que he vivido”. ¿A qué más puede aspirar una persona, cuando ya hay mucho más camino atrás que delante, que a poder decir esto de verdad y desde lo hondo de su vida?

            ¡Que seáis muy, muy felices! ¡Y que Dios os bendiga a vosotros y a vuestros hijos!

NOTA: Te adjunto un enlace a la canción por la que te llamas Laura. Laura.

martes, 20 de octubre de 2015

Los contempladores contemplados.

Hace unos días, en el valle de Tena, subimos a una pequeña loma llamada Punta Puyalbo, próxima a los 1500 metros.
Era una tarde plácida de otoño, y contemplábamos el soberbio panorama que nos envolvía, mientras unas “señoras” vacas nos contemplaban a nosotros desde muy cerquita, muy atentas a nuestros movimientos, para salir corriendo en cuanto hacíamos amago de acercarnos a ellas, pero para volver enseguida en cuanto las ignorábamos y volvíamos a sumergirnos en el paisaje.
Fue un juego de  contemplaciones. Los contempladores contemplados

Nuestras amables y atentas contempladoras.
Algo de lo contemplado por nosotros.