FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

domingo, 30 de octubre de 2016

Evocando las grandes ascensiones otoñales...

Los Infiernos desde la cima de Garmo Negro.

Evocando las grandes ascensiones otoñales. Antes de las primeras nieves, he subido algunas de las cimas más altas del Pirineo. Este año, los cuatro tresmiles del macizo de Argualas.

El verano es tiempo de altas cimas, grandes marchas, travesías de ensueño. Es tiempo de acampar alto, de bajar al pueblo cuanto menos mejor. De emplearse a fondo. De liberar tensiones y frustraciones acumuladas durante el año. El verano me suele dejar bien, a gusto…
Pero hacia finales de agosto, empiezo a echar de menos la luz tamizada de los meses otoñales, el frío, los días cortos, los bosques, los prados dorados.
Septiembre y octubre son meses de grandes cimas, sin problemas de nieve, o bajo un nuevo manto blanco que las embellece, sin ser obstáculo para su ascensión. Cimas que son el colofón de la temporada.
Pero también es tiempo de prudencia, de consultar los partes y vigilar el cielo. Alrededor del equinoccio, a menudo no muchas semanas después, suelen venir las primeras borrascas de nieve, desplomes serios de las temperaturas, vientos violentos y súbitos, grandes hielos… y pueden matar.
Es tan hermosa como peligrosa la alta montaña en estos meses otoñales. Y son entonces tan dulces y amables los valles.

Si quieres la descripción de la ascensión está en la entrada del 26 de septiembre de 2016, en la sección Ascensiones pirenaicas. Si quieres ver las fotos pulsa Ascensión al macizo de Argualas.

sábado, 29 de octubre de 2016

Esto le pido a Mariano Rajoy.


Publico hoy, otra vez, la entrada que ya publiqué el 20 de diciembre de 2015. Pero hoy, por fin, ya tiene un destinatario. En cualquier caso, esto es lo que le pedía hace un año a quien fuera a ser el presidente, sin saber quien iba ser. Es lo mismo que pido hoy.

           Sr. Presidente:
Le doy la enhorabuena, le presento mis respetos, y le expongo a continuación diez cuestiones que, a lo largo de su gestión, me gustaría tuviera en cuenta. Algunas, bastantes, sé que las tiene muy claras, lo ha demostrado muchas veces. Otras, no lo sé.

1ª Trabaje por la justicia social. El trabajo, la sanidad y la educación para todos. Pero hágalo no desde planteamientos ideológicos sectarios, sino desde una gestión seria y prudente.
2ª Dedique el tiempo y el esfuerzo que hagan falta a alcanzar con todas las fuerzas políticas un pacto por la educación. Necesitamos un sistema educativo coherente y estable, y que dure años y años.
3ª Cierre definitivamente la herida de la Guerra Civil. No utilice viejos rencores para obtener apoyos. No permita que sigan inyectando en la juventud el revanchismo que más de uno aún conserva.
4ª Dignifique el parlamento. Trabaje porque las sesiones parlamentarias sean constructivo diálogo y no enfrentamientos dialécticos estériles. Respete a la oposición, escúchela. No se oponga a ella por sistema. Ahora no puede hacerlo.
5ª En la próxima campaña electoral, exponga lo que ha hecho y lo que quiere seguir haciendo, y deje a los demás en paz. Aunque los demás no le dejen en paz a usted.
6ª Vigile muy atentamente a su gobierno, a su partido, y si detecta posible corrupción, identifíquela, reconózcala públicamente y ponga a los responsables en manos de la justicia. Pero no utilice la corrupción de las personas como arma contra los partidos a los que pertenecían. No es justo.
7ª Nadie tiene la verdad absoluta. Usted tiene la autoridad, pero no la verdad. La verdad la compartimos todos. Respete a quienes no son de su cuerda, a los que no piensan ni viven como usted.
8ª Sea prudente y realista en su gestión, de un modo muy especial con la gestión económica. No se meta en aventuras sin futuro. Aúne en usted y en su gobierno la ilusión por cambiar el mundo de la juventud, con la experiencia de los veteranos, con la sabiduría de los ancianos.
9ª Deje atrás de una vez por todas los conceptos derecha e izquierda para explicar la realidad. Hoy en día es todo mucho más complejo. Esas palabras, hoy, no tienen contenido. Seguir con esa cantinela es una forma burda y simplona de entender el  mundo.
10ª Respete la Constitución, y si quiere cambiarla, hágalo dentro de ella misma. Utilice los mecanismos que tiene para ello. No la rompa. Transfórmela, mejórela, adáptela, pero no la rompa.

         Tenga usted, y tengamos nosotros, una legislatura constructiva y serena que nos permita progresar en paz. Tenga usted una legislatura que me quite las ganas que ahora tengo de largarme de esta España a la que tanto quiero, incapaz de enfrentarse a su propia historia, incapaz de mirar definitivamente al futuro con ilusión. 

jueves, 27 de octubre de 2016

¿Por qué no a las reválidas?

¡Qué más prueba de manipulación que esta pancarta?


Aunque ayer y hoy estoy con mi faringitis otoñal, que me deja hecho una piltrafilla, no me he podido aguantar, y esta tarde, que estaba algo mejor, me he decidido a escribir, advirtiendo que quizá mi estado físico, con sus incómodas alteraciones térmicas, me lleve a ser un poco más vehemente de lo habitual.
¡Todos contra las reválidas, padres, alumnos y profesores!¡Vaciemos las aulas! Eso decían ayer los libertadores, cuentan los periódicos. Hasta es posible que algunos demócratas, de esos de toda la vida, griten, ¡tomemos la calle!
No, no es cuestión de tomar nada, como no sea una cerveza con los amigos. Porque esto de las reválidas no es asunto político. Es algo muy práctico y muy lógico, y se debe abordar desde la honestidad, la responsabilidad y el sentido común. Y tomárselo con calma. Hablar mucho, dialogar mucho, consensuar mucho. Y desde luego, ni Franco ni el franquismo tienen vela en este entierro.
Todo sistema necesita controles de calidad, de lo contrario se deteriora. El sistema educativo también. Y la manera más clara, objetiva y transparente de hacer este control de calidad son las reválidas. La reválida controla, evaluando, al alumno, al profesor, en cierto modo a los padres y, en definitiva, al sistema en su conjunto.
¡Claro que es mejor no mirar la realidad! Todos más tranquilos. Los alumnos, menos presión, algunos ninguna; ni el verano se les fastidia ya, hagan lo que hagan durante el curso. Los profesores, más cómodos, ya que no nos pueden descubrir lo que no hemos hecho bien. Los papás más felices, al no tener que enfrentarse al hecho, poco agradable, de que su niñito no da para más, o sí da pero es un jeta, o tiene serios problemas que mejor no tocar…
¡Qué bien! No controlamos nada y todos tan contentos. Ojos que no ven corazón que no siente. Esto es lo que miles de estudiantes, apoyados por algunos de sus profesores y alentados por ciertos papás, pidieron ayer en las  calles. ¡Flipante! No evaluamos nuestro trabajo y así mejor. Mejor que nadie vea mis trapos sucios. Mejor que nadie pueda comparar, objetivamente, los resultados académicos de los diferentes centros. Mejor no enterarse de que el sistema educativo español, politizado hasta la náusea, está en quiebra.
Ahora bien. Estoy seguro de que si a uno de esos voceros, que soliviantan a las masas acríticas, se le retuerce una tripa o le cae una teja al cráneo, querrá el mejor de los médicos. Y si necesita un abogado, un informático, un fontanero, un bombero o un dependiente en una tienda, querrá que sepa de qué habla, que sepa qué hace y cómo hacerlo. Y para tener esto, que todos queremos, hay que seleccionar. Aunque no quede bonito. Aunque no sea políticamente correcto.
Las reválidas, bien planteadas, no son discriminatorias. ¡Ojo, bien planteadas! No aumentan el fracaso escolar y el abandono. Más bien al contrario, porque ponen a cada uno en su sitio, para que desde allí, desde su sitio, puedan dar lo mejor de sí mismos. Si quieren. Pero ese sitio tiene que existir, claro.
Que la forma de abordar el asunto en la LOMCE no es el adecuado, es muy posible. De entrada pienso que habría que aclarar muy bien qué hacer con quienes no superen la prueba, porque deben seguir teniendo todas las oportunidades, y cuando digo todas, digo todas.
Pero que en el sistema educativo hacen falta controles objetivos y externos de calidad, con consecuencias, es algo que tengo muy claro desde siempre. Eso sí, como ya he dicho, dando alternativas que permitan, a los que no superen la reválida, seguir estudiando de acuerdo a sus posibilidades reales, u orientarse al mundo laboral en condiciones. Y ésta es la clave de la cuestión pues, hasta los 16 años como mínimo, es fundamental que todos los jóvenes estudien. Lo que sea, pero que estudien.
Pensemos que si el sistema educativo no selecciona, no orienta, tendrán que seleccionar las universidades y las empresas, que ya lo hacen y seguirán haciéndolo. Y ahí sí. Selección pura, dura, sin concesiones. ¿No vemos que si no ha habido ningún tipo de control objetivo y externo desde infantil hasta bachiller, estamos engañando a nuestros niños y jóvenes, abocándolos a un inevitable proceso de selección en el mundo real para el que no estarán preparados? No les orientamos a la realidad, sino a un mundo que después verán que no existe.
Pero bueno. Así están las cosas. En educación, a todos los niveles, es mejor no ver la realidad y no llamar a nada por su nombre. Es toda ella un caos y siendo un caos, los políticos corruptos ideológicamente, lo tienen muy fácil para utilizarla a modo de objeto contundente contra sus adversarios.
Miserable manipulación o ausencia total de honestidad, o ambas, son las causas de que ayer no hubiera clase en muchos institutos. ¡Qué vergüenza de país!

miércoles, 26 de octubre de 2016

¡Pobre Rod Stewart! ¡Qué susto debió llevarse en Buckingham!

Debe haber sido todo un espectáculo ver cómo el príncipe Guillermo embistió a Rod Stewart, ni más ni menos que en el mismísimo palacio de Buckingham. En la revista sólo salen las fotos de la espadita en el hombro y  de la familia. La de la embestida parece ser que no se ha publicado, o quizá la foto ni se hizo. Tal debió ser el pasmo del fotógrafo al contemplar la escena, que bien pudo quedarse paralizado por el estupor.
Lo que no acierto a entender es qué le pasaría por la cabeza al príncipe para acabar embistiendo a tan famoso músico que además cuenta ya con 71 añitos. Aunque no le gustara su música, por respeto a la edad, debía haberse abstenido de tan deleznable y abyecta acción.
          Tampoco acabo de ver claro eso de la caridad que la reina Isabel II le concedió en junio. Vamos, que la reina es caritativa y su hijo lo embiste. ¡Qué cosas!
¿Qué no entendéis lo que estoy diciendo? Leed el texto siguiente publicado esta semana en una revista del corazón.



No sé si con revalidas hubiéramos podido evitar que el individuo que escribió semejante tontería llegara a poder escribirla. El susodicho confunde embestir con investir. Y claro, la diferencia es sustancial, al menos en el caso de lo ocurrido en Buckingham.
Aquí no, aquí no habrá mucha diferencia entre investir al sr. Rajoy y embestir contra él. De hecho, si todo sale como parece que puede salir, mientras el congreso lo invista, fueran estarán embistiendo en nombre de la democracia y la libertad.
Ya lo decía el bueno de don Antonio Machado:

…esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna usar de cabeza…

¡Bueno! En este caso no ora, sólo embiste. Y nuestro periodista sí puede confundirse entre investir y embestir. Sí, aquí sí se puede confundir. Y lo de la caridad, desde luego aquí no existe. Tendría que venir la reina de Inglaterra a repartirnos caridades.



domingo, 23 de octubre de 2016

¿Salimos del bloqueo?


Pienso que el Comité Federal del PSOE ha pensado más en los votantes que en los militantes (con sólo sus votos no se llega al gobierno) cuando ha decidido la abstención, permitiendo así la investidura de Rajoy como Presidente del Gobierno. Y quiero creer que también ha pensado en España.
¡Ya era hora! Creo que es ésta la salida más democrática al bloqueo político que venimos sufriendo. A fin de cuentas, el PP ha ganado dos veces seguidas las elecciones. Y dicho sea de paso, con el PP se inició la recuperación económica. Y esto son hechos objetivos.
Ahora vendrá el día después. Las declaraciones serán de todos los colores. Unas moderadas, respetuosas; otras radicales, violentas. Hay quien estará contento, quien estará indignadísimo. Hay quien aceptará las reglas del juego democrático, quien con un peculiar sentido de la democracia tratará de romperlas…
Pero por encima de todo el guirigay, el PP tiene que formar un gobierno abierto y dialogante, y el PSOE tiene que reconstruirse haciendo una oposición serena y constructiva. Hay problemas muy serios que solucionar, entre otros, la consolidación de la recuperación económica y el viejo reto del independentismo al que hay que dar una respuesta inteligente y satisfactoria para todos.
Ahora bien, estoy convencido de que esto no será posible si no son capaces los partidos políticos democráticos y respetuosos con la Constitución (no todos lo son) de superar la majadería de las derechas y las izquierdas.
Porque esta majadería, muy útil para manipular a los ciudadanos incautos y poco críticos, es la que nos ha llevado a este bloqueo y la que casi rompe el PSOE. No explica la realidad social actual, no se ajusta a un análisis mínimamente serio del mundo en el que vivimos, por eso, a la hora de la verdad, no ha servido para interpretar la voluntad de los ciudadanos y actuar en consecuencia y casi ha llevado a los socialistas a un callejón sin salida. El mismísimo Ximo Puig, dijo bien claro no hace mucho, que la situación en España no se puede abordar desde esa perspectiva tan simplona. ¡Ara mare!
Se trata de ser gestores honestos, respetuosos con las reglas del juego, libres de servidumbres ideológicas y cuyo objetivo sea el bienestar integral de todos los ciudadanos en un sistema inevitablemente capitalista y un mundo globalizado. Y esto no es patrimonio de ningún partido.
Desde esta perspectiva sí es posible el diálogo y el consenso y, de este modo, más allá de maniqueísmos injustos y estériles, llegar a un verdadero y necesario cambio y al progreso social. Se trata de construir puentes, no de dinamitarlos, porque la verdad tampoco es patrimonio de nadie, y asumir esto conduce necesariamente al diálogo.
Lo contrario, y esto lo hemos visto mucho estos meses, es la soberbia intelectual del que se cree en posesión de la verdad, del que cree que la suya es la única verdad. Y eso es totalitarismo puro y duro. 
Vamos a ver qué pasa.

sábado, 22 de octubre de 2016

El niño "chiflao".


Es una bonita historia, aunque triste. Sucedió hace ya muchos años, y si la cuento ahora es porque el tiempo debe haber borrado ya las huellas que podrían conducirnos a localizar a los protagonistas. Quiero mantenerlos en el anonimato.
Era un niño muy bueno en el deporte y corriendo era un hacha. En el cole siempre ganaba con mucho a todos. Sin embargo lo hacía de un modo, digamos, desapasionado. De hecho no le daba ninguna importancia a eso de acabar siempre el primero, tanto en el deporte como en otros asuntos.
Impulsado por sus padres y el profesor de educación física, se apuntó a unas competiciones. No quiero dar más datos. Entrenó duro. El hecho es que llegó a la fase final. Estaba en juego el oro que, parecía cantado, sería para él.
Y llego el gran día. Salió disparado y cuando estaba cerca de la meta, iba el primero, otro corredor, que le pisaba los talones, cayo aparatosamente, él solo, sin que nadie lo tocara. Y mi héroe, mi campeón, fue a ayudarle, a ver qué le había pasado.
No ganó. Sus padres estaban perplejos. Su entrenador, enfadado. Había gente que se reía no sé muy bien por qué, ni de qué. Y él, desde su infinita grandeza, con la tranquilidad de quien sabe que ha hecho lo que debe, parecía verlo todo desde fuera, yo diría que dese arriba, desde muy arriba.
Este chiquillo siguió corriendo porque le gustaba. No sé mucho más de él. Su vida tomó unos caminos y la mía otros, y nos distanciamos, hasta perdernos de vista del todo. Pero aquel día ha quedado en mí memoria para siempre.
¿Y por qué fue y por qué es triste esta historia? Fue triste porque no sé si alguien, en el aquel momento, entendió y valoró la grandeza de su acto. Está "chiflao", es raro, decían. Y sigue siendo triste porque sé que si les cuento esto a mis alumnos, muchos, demasiados, pensarán también que aquel chaval era tonto, un gilipollas, un friki, dirían ahora.
Y esto me da pena. El ver que hemos creado un mundo en el que la grandeza de espíritu es una “rara avis” que nos da risa, que no entendemos, incluso que nos mueve al desprecio.
No sé qué será ahora de él. No sé si habrá seguido siendo fiel a sí mismo. No sé si la vida lo habrá tratado con justicia. ¡Ojalá! Yo, ahora, muchos años después, lo recuerdo con profundo respeto y le deseo la mejor de las venturas.

viernes, 21 de octubre de 2016

Paseo por la desolación.

Esta tarde gris de lluvia contenida, de lluvia que una vez más no cae, he salido un rato al monte, no muy lejos de aquí. Sabía que no me mojaría.
Ha sido un paseo por la desolación. La memoria de lo que fue, densos pinares, que conservo muy viva; el silencio muy hondo; la soledad, no he visto a nadie; el cielo fosco; la tierra, levemente húmeda, sin un pobre charco; los campos abandonados…
Que, ¿por qué voy si es tan triste? Porque no tengo tantos sitios donde ir. Me los han ido quitando todos, y si tengo sólo unas pocas horas, no queda mucho donde elegir.
Pero, ¿a quién le importa?














jueves, 20 de octubre de 2016

Receta. Crestas de gallo en salsa.


Muy sanas, buenas, no muy caras y fáciles de cocinar. Así son las crestas de gallo. Sin embargo, poca gente disfruta de ellas por estos lares. Os sugiero que os atreváis.
¿Que dónde se venden? En carnicerías, normalmente previo encargo. El kilo suele costar entre ocho y doce euros. ¡Ánimo! Vale la pena. Yo las he guisado de varias formas. La receta que más me gusta es la que aquí os propongo.

Ingredientes.
1 kg. de crestas.
1 bandeja de champiñones de 250 g.
1 cebolla mediana.
3 pastillas de caldo de carne.
Cinco o seis hojas de laurel.
Pimienta negra en grano.
Salsa Lea Perrins. (Opcional).
Aceite y sal.

Empezaremos por cocer en la olla a presión, durante una hora a partir de que pite, las crestas con agua, laurel y una pizca de sal. El agua debe cubrirlas por completo, más un dedo.
Por otra parte, picamos la cebolla y los champiñones y los sofreímos con aceite de oliva. Después, cuando las crestas estén cocidas, las separamos del agua (ya es caldo de crestas) que colamos y reservamos, y las pasamos brevemente por el sofrito. Inmediatamente añadimos el caldo crestudo, las pastillas de caldo de carne, un par de cucharadas de salsa Lea Perrins (opcional) y la pimienta en grano.
Y a cocerse toca. Primero con fuego bien vivo, para que vaya reduciendo rápido. Luego a fuego medio, vigilando y removiendo con cuidado, hasta que tengamos ante nosotros un kilo de exquisitas crestas en salsa.
Unas seis crestitas por cabeza, “sucando” la salsa y con un buen vino, suelen dejarte muy a gusto. ¡Y no son gelatinosas y blandengues cual blandiblú, como muchos piensan!

miércoles, 19 de octubre de 2016

La poesía es un arma cargada de futuro.


Hay ocasiones en las que la literatura acude a mí, cual el Séptimo de Caballería a defender la caravana de colonos sitiados por los indios. Valga el símil, aunque creo que quienes tenían razón eran los indios que, a fin de cuentas, estaban en su casa.
Aquí está el fragmento del poema que ha acudido hoy en mi auxilio. Es de Gabriel Celaya, y se titula La poesía es un arma cargada de futuro.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Pobre y a golpes tratado me siento, sin casi poder decir que soy quien soy, porque no soy como ellos, porque no pienso como ellos, porque no creo en lo que ellos creen.
Esos golpes, ese silencio está impuesto con la violencia sorda de leyes injustas, sectarias, apoyadas sólo en una aritmética parlamentaria que quiebra y que enfrenta.
En el nombre de la libertad, el progreso, el cambio, se están haciendo y diciendo auténticas atrocidades. Se está legislando desde el más refinado fascismo, eso sí, bien disfrazado, muy bien disfrazado. Se está consintiendo lo que una sociedad democrática y de verdad libre, no debería consentir jamás.
Pero ante esto tenemos la palabra. La palabra como bálsamo y como arma. Como bálsamo al ver nuestro pensamiento, nuestro sentimiento escrito por otro y proclamado al mundo. Como arma cuando hablamos, cuando escribimos con respeto y claridad. Cuando no nos escondemos en un silencio cómodo y cómplice, o en palabras huecas, a menudo falsas.
Maldigo con el poeta, no sólo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales, sino la palabra falsa y embaucadora. Maldigo la palabra vacía de contenido pero útil para manipular. Maldigo el silencio del que no se moja, del que mira a otra parte, del que sintiéndose cómodo y seguro deja a los demás que se busquen la vida como puedan.
Y maldigo, pero entiendo, esa frase de que todos los políticos son iguales, falsa y burda generalización que nos lleva a las fauces de los “salvadores de la patria” que “sólo piensan en la gente”. O a la estéril e injusta neutralidad.
Hay que hablar. Aunque nos dé miedo. Con respeto, con previa reflexión, pero hablar. Sé que da miedo hoy en día mostrar tus cartas boca arriba, hecho éste que demuestra que nos están quitando libertad. Y sé que el ladrón de esta libertad, es ese nauseabundo revanchismo, a menudo heredado, de demasiada gente, que les lleva a reproducir aquello que les han enseñado a odiar, haciéndoles semejantes a lo odiado. Y esto hay que decirlo alto y claro. Y decirlo muchos. Y decirlo sin odio.
La poesía es un arma cargada de futuro. La palabra es un arma cargada de futuro. Pero la palabra honesta, limpia, conciliadora, libre de prejuicios, abierta al otro. Esa es la palabra que abre, que nos lanza al mañana. Esa es la palabra que necesitamos. Y esa palabra necesita de quienes la proclamen al viento, a los cuatro vientos.

lunes, 17 de octubre de 2016

Aunque camine por cañadas oscuras...


En una reciente velada de estas en las que se habla de un modo más o menos informal de muchos y variados temas, salió la cuestión de la religión. Cuando esto sucede es frecuente formular la pregunta del millón, sobre todo si entre los presentes hay alguien que se declara creyente.
¿Y cuál es esta pregunta? La del mal en el mundo. La del por qué el sufrimiento, el dolor y la muerte. Y casi siempre se formula igual. Si Dios es todopoderoso y padre bondadoso, por qué lo consiente. ¿Por qué si puede y nos ama no lo impide? ¿O es que en realidad no nos ama? ¿O es que lo que pasa es que no puede porque no existe? ¿Será todo un camelo montando por nosotros mismos, desde tiempos inmemoriales, para protegernos del dolor y del vértigo de la nada?
La pregunta se lanza al aire, medio en broma, medio en serio. Y estoy convencido de que, muchas veces, hay quien, allá en el fondo de su ser espera, aunque lo disimule, una respuesta, un rayito de luz, porque quien más y quien menos ha pasado ya trances amargos, y porque todos sabemos que, más tarde o más temprano, tendremos que bregar, de una u otra forma, con el mal en nuestra vida.
Mil veces me hago yo también la misma pregunta. Me viene entonces a la cabeza el salmo 22. "El Señor es mi pastor, nada me falta…" Y cuando llego al versículo que dice “aunque camine por cañadas oscuras nada temo”, lo saboreo con el deseo intenso de creérmelo de verdad. Y le pido a Dios que aumente mi poca fe.
No, yo tampoco entiendo el porqué del mal en el mundo. No lo entiendo, y no trato de entenderlo. Dice el salmo 130:
“No pretendo grandezas que superan mi capacidad sino que acallo y modero mis deseos como un niño en brazos de su madre”.
Porque entender la razón de ser de tanto dolor, tanto sufrimiento, de la misma muerte, supera mi capacidad. Acallo y modero mi deseo, mi necesidad de entender, a veces hiriente y acuciante.
Pero desde la humildad de no entender por lo limitado de mi razón, busco respuesta. Y la encuentro sólo en Jesús. Sí. Un hombre que nació y murió en Galilea. Un hombre valiente, libre, honrado hasta la muerte. Un hombre que nos enseñó el único camino que conozco para ser plenamente feliz en esta vida. Un hombre que se enfrentó al mundo y perdió, y que despreciado por casi todos, entró en la muerte sintiéndose abandonado incluso por su propio, por su querido Padre, por su “papá” como Él le llamaba. Un hombre que, al fin venció a la muerte, y con ella al dolor y el sufrimiento.
Cierto que esto último no es racional. Pero es lo que da sentido a la respuesta que busco. Una respuesta que no es cuestión sólo de entendimiento sino, sobre todo, de acciones y actitudes. Luchar con todas tus fuerzas contra el dolor, el sufrimiento, contra la misma muerte, con todas las armas a tu alcance. Eso se hace desde el amor y por amor. Confiar, como un niño en brazos de su madre, en que hay alguien que nos ama, y que nuestro destino es la Vida, la felicidad para siempre. Eso es fe. Y esperar en que, más allá de la cruz, está el sepulcro vacío. Eso es esperanza.
Y ésta es la respuesta que encuentro. Esta es la respuesta que, trascendiendo al entendimiento y la razón, da sentido, no sólo al dolor, sino a la vida misma, aunque, a veces, parezca desvanecerse. Quizá porque es demasiado hermosa para ser verdad.

domingo, 16 de octubre de 2016

Tarde de otoño.


Los colores de los árboles, la luz suave del sol bajo, el ambiente fresco, el camino… Contemplamos lo que nos rodea y dejamos que entre en nosotros el otoño, la tarde, el silencio. Como diría Juan Ramón Jiménez en el capítulo XVIII de Platero y yo, “La tarde se prolonga más allá de sí misma, y la hora, contagiada de eternidad, es infinita, pacífica, insondable”.

viernes, 14 de octubre de 2016

No hay nada como amar lo que haces.



Ahora que mis “largas, abundantes y escabrosas melenas” empiezan a molestarme y me planteo el ir a la peluquería, me he acordado de la última vez que fui.
Fue en este verano en un pueblecito del Pirineo, y como las susodichas “melenas” me molestaban como ahora, le pedí consejo a un amigo del pueblo. Me dijo que él iba a un peluquero que hay en una bonita calle de la antigua villa de montaña. Me dijo que lo hacía bien.
Fuimos José Luis, que entró primero, y yo. ¡Una pasada! La peluquería es pequeñita, sencilla. Lo justo y necesario, sin concesiones a la tontería. Y allí dentro ha pasado toda su vida, trabajando, un hombre elegante, buen conversador y amante de su trabajo. Un trabajo que, por cierto, hacía muy bien.
Elegante es su aspecto físico, su presencia. La forma de manejar sus instrumentos de trabajo tiene esa precisión y esa gracia que sólo una larga experiencia puede otorgar. Rondaría los 60.
La conversación fue amable, sosegada, interesante. Sabía hablar y sabía escuchar. Ambos habíamos visto transformarse el pueblo. Sabíamos las amenazas que el valle había sufrido y cómo de algunas había logrado salvarse. Sus planteamientos eran ponderados y discretos.
Y le gustaba su trabajo. Lo hacía porque le gustaba. Siempre le había gustado y seguía gustándole. Y se notaba. Por eso, la prisa no iba con él. Y no es que fuera lento, no. Es que lo hacía con cuidado, con cariño a la tarea, con la clara voluntad de hacerlo bien. Como un auténtico artesano. Y muy bien que lo hizo.
Y es que, pensaba, no hay nada como amar lo que haces, como encontrar sentido a tu faena, sea la que sea, como hacerla con gusto. Y pensaba también en esas personas cuya principal obsesión parece ser complicar el trabajo de los demás poniendo trabas artificiales e innecesarias, en absolutos derivadas del trabajo en sí. ¡Cuánto daño hacen!
Pero bueno, en esta entrada fijémonos en lo positivo, en lo bonito de encontrar gente que después de una vida laboral larga, sigue encontrando gracia y salero a su faena y sigue haciéndola muy bien, simplemente porque le gusta, porque le sigue gustando. Y esto ayuda a ser feliz y es, además, garantía de trabajo bien hecho.

miércoles, 12 de octubre de 2016

Es la victoria que deseo para España.


Tal día como hoy, hace 80 años, Miguel de Unamuno, en un tenso acto en el paraninfo de la universidad de Salamanca, de la cual era rector, dijo al general Millán-Astray estas palabras:

“Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaríais algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho.”

Entonces hubo vencedores y vencidos. Y hoy en día hay quien se empeña en que la única España posible es una España construida sobre vencidos, siendo esos vencidos todos aquellos que no piensen como yo, que no vivan como yo, que no actúen como yo.
En este 12 de octubre, día de la Fiesta Nacional, pienso en España y vuelvo a decir también con Unamuno: “Me duele España”. Y vuelvo a decir el miedo, la pena, la rabia, que me da constatar cómo hay demasiada gente, y gente importante, que sigue empeñada en mantener bien enfrentadas las dos Españas, tan dolida y tristemente dibujadas por Machado. ¡Impresionante la reciente puesta en escena de esta triste realidad!
El verdadero cambio, el auténtico progreso del que tanto se habla ahora, está ahí. En superar esta división de una vez por todas. Derechas o izquierdas, rojos o azules, gloriosa epopeya o repugnante genocidio…
Buenos o malos en definitiva. Y ¿quién dice quién es el bueno y quién el malo? Este no es el camino. Hay otro camino. La inteligencia, la razón y el derecho, para persuadir, para convencer, no para vencer. Porque vencer supone la derrota del otro, convencer es la victoria de todos.
Y es ésta la única victoria que tal día como hoy deseo para España. Difícil pero posible. Estoy seguro de que es posible. De que somos capaces. 

martes, 11 de octubre de 2016

Allá en la cima.

Catorce kilómetros y quinientos metros de desnivel. Pico de la Nevera, en Siete Aguas. Y allí, a 1118 metros, bajo un bonito cielo azul, hemos podido gozar, con un grupo de jóvenes, de una eucaristía. Acción de gracias por todo y por tanto, y alabanza al Dios Creador por lo que desde allí contemplábamos, y por más, por mucho más, que ni tan siquiera podemos imaginar.


Montes y cumbres, bendecid al Señor.
Dn. 3-75.

lunes, 10 de octubre de 2016

Sucedieron cosas bonitas...


Ayer por la tarde sucedieron cosas bonitas en el pueblo, en la parroquia. Me complace enumerarlas y compartirlas sin que el orden por el que las vaya desgranando signifique nada. Es como un ramo de rosas. Están todas en el ramo. ¿Qué más da cuál pusieron primero y cuál después?
Allá voy.
Fue bonito el modo en que se presentó nuestro nuevo párroco, Ricardo, según su explícita voluntad, uno entre nosotros y el primero en servir a todos. Me gustó también la humilde y sincera petición de que arrimemos el hombro para hacer cada vez más visible la presencia de Jesús entre nosotros.
Fue bonito el reconocimiento al trabajo eficaz y necesario de Juan, el vicario, realizado siempre con una profunda humildad. Bonito, cierto y justo lo que de ello dijo el obispo y dijo Ricardo. Y emocionante el caluroso y sincero aplauso de la gente.
Fue bonita la profundización en la palabra compasión de don Arturo, el obispo. Ese planteamiento de que la compasión no es un sentimiento más o menos sensiblero sino una actitud que acoge, que trasforma, que da una nueva oportunidad, una y mil veces, para volver a vivir.
Fue bonita la asistencia del sr. alcalde y algunos concejales que, con su presencia en estos actos, testimonian esa relación de respeto y colaboración entre todas las instituciones, muestra de pluralismo y normalidad democrática.
Fue bonita la participación en la eucaristía de gentes diversas, del coro de jóvenes y del de mayores que estaban allá arriba, lejos pero entre todos y con todos. El trabajo callado de los que montaron el “fin de fiesta” en la plaza.
Fue bonito ver la iglesia llena, de bote en bote. Había que ir pronto para coger sitio. Ver cómo la comunidad parroquial participa, acude, se hace presente cuando tañen las campanas.
Y fue bonito recordar con gratitud a don José Ramón, a don José Badía, Pepín Badía, que partieron casi juntos a la Casa del Padre, y que, desde la fe que nos reúne, presentimos contemplándonos con una amplia sonrisa. Contemplando a su querida parroquia, a su gente, recibiendo con júbilo a su nuevo pastor.
Sí, ciertamente fue una hermosa tarde. Me infundió paz. Me dio esperanza. Me alegró. Por eso quiero compartirlo. Es también bonito compartir lo que nos alegra, lo que es bueno, lo que es justo, lo que es bello. Y justo darle gracias a Dios por haberlo podido vivir

domingo, 9 de octubre de 2016

¡Sea bienvenido, don Ricardo!


Esta tarde entrará en la comunidad parroquial de Ribarroja el nuevo párroco, don Ricardo. ¡Sea bienvenido! ¡Ojalá se sienta acogido y nos acoja desde el primer momento! Una acogida mutua gratuita que, a través del conocimiento, se convierta en cariño y nos lleve, con el tiempo, a darnos cuenta, con gozo, de que nos queremos.
A través del conocimiento. Amamos lo que conocemos, pero para conocer hemos de estar abiertos, con humildad y con respeto, a aquel que queremos conocer, a aquello que queremos conocer. Y esta es la primera faena que tenemos entre manos.
No es fácil la labor de un sacerdote en una parroquia.
Es la persona a través de la cual mucha gente vive su fe, acercándose o alejándose de ella. Es la persona que debe dar esperanza a tanta personas sin esperanza. Es la persona que tiene que hablarnos del amor de Dios, del amor entre los hombres.
Y hacer esto día a día, con coherencia, es algo que necesita de la fuerza de Dios y del calor de la comunidad.
Es una gran responsabilidad la que asume hoy en Ribarroja don Ricardo, y es también una gran responsabilidad la que asumimos nosotros. La de apoyar, arropar al pastor para que nos conduzca por verdes praderas, como dice el salmo, hacia la Casa del Padre.
Es cierto, y quiero decirlo bien claro, que ha habido un hombre, llamado Juan, que ha preparado el camino… Estoy convencido de que nuestro querido vicario va a acompañar muy de cerca a don Ricardo en su entrada a nuestra parroquia, y lo va a hacer con prudencia, con delicadeza, con inteligencia.
Acojamos pues a aquel que viene en nombre del Señor. Y juntos, cada uno desde su puesto, sigamos construyendo una comunidad parroquial, abierta, viva, vigorosa, comprometida con la justicia. Una comunidad parroquial, alegre, con esa alegría que nadie nos puede quitar porque sabemos de quién nos fiamos.
Don Ricardo, ¡que Dios le bendiga!

¡Bienvenido!

viernes, 7 de octubre de 2016

Gente valiente.


Voy a hablar en esta entrada de gente valiente. Del hijo de nuestro amigo Javi, Jorge se llama, y de su novia Miriam.
A ella no la conozco, pero si andan juntos por el mundo, maja debe ser también. Buena gente, sí.
A Jorge lo conocemos desde que era muy niño. Siempre amable, trabajador, cariñoso, discreto. Un buen chavalín que se ha hecho un joven valiente.
En lo más duro de la crisis, no viendo futuro en su tierra, Miriam y Jorge se lanzaron a la aventura, con sus estudios de trabajador social él y de maestra de infantil ella, a buscarse la vida por el ancho mundo. Y se fueron a Finlandia, a Helsinki. Allí las cosas no fueron como esperaban. Regresaron pronto, pero sin desanimarse volvieron a intentarlo. Ahora están en Noruega, en Bergen, donde llevan ya más de un año trabajando, y tienen buenas perspectivas.
Y el papá, feliz, va con la familia a verle. Salen hoy. Y ellos les esperan para enseñarles ese país, tan diferente al nuestro, donde están construyendo su vida.
¡Qué ejemplo para tanta gente joven que se duerme, se apoltrona, se acomoda en la espera de que otros le sirvan la vida en bandeja porque no tienen redaños para buscársela! O lo que es aún peor, toman el camino fácil, hueco, estúpido, ese triste camino que conduce… a ninguna parte.
Admiro profundamente a Jorge y Miriam y les deseo toda la suerte del mundo. Que las cosas les vayan bien. Que su esfuerzo les valga la pena. Que el viajar y conocer mundo les haga sabios. Y que encuentren un lugar bajo el sol donde ser felices, donde vivir en paz del fruto de su trabajo.
Su valor ante la vida bien lo merece.

miércoles, 5 de octubre de 2016

¡Buen viaje Diego, y que Dios te bendiga!

Diego en los Pirineos, en marzo de este año.

Nos hemos reunido contigo, una vez más, esta noche del día de San Francisco de Asís, para cenar. Pero ésta es una cena agridulce, porque es la cena de despedida. Te vas. Vuelves a tu tierra. Y nosotros, que lo sepas, te vamos a echar mucho de menos. De verdad.
Querido y entrañable amigo Diego, te hiciste, desde el principio, un hueco en nuestras vidas. Te hiciste uno de nosotros y, ahora, ese hueco se va a quedar ahí, porque aunque sólo han sido dos años de cenas “jueveras” y todo lo que eso supone, parece que hayas estado viniendo jueves tras jueves, toda la vida.
Nos alegra tu alegría de volver a encontrarte con tu familia, tus amigos, tu vida allá en Ecuador. Sí, sabemos que eso te alegra, y tu alegría nos alegra también. Pero te lo repito, nos da penita que te vayas porque eres nuestro amigo y te echaremos de menos.
Tu forma de ser nos ha cautivado, nos gustó desde el principio. Sencillo, humilde, claro, discreto, enamorado de la vida de un modo contagioso, abierto a escuchar, a entender a compartir.
Tu manera de ver el mundo, serena, respetuosa, dolida a veces cuando es triste, oscuro, injusto lo que ves, nos ha ayudado en ese esfuerzo diario de tratar de entender la realidad compleja que nos rodea.
Tu modo de vivir la fe, luminoso, vital, alegre, personal, tratando siempre de llegar al sentido último de los ritos y los símbolos, ha sido una bocanada de aire fresco.
Ha sido también muy bonito conocer tu tierra a través de tus palabras y ver cómo abrías tus ojos a la nuestra, cómo gozabas y te sorprendías descubriéndola, apreciándola, mostrando siempre un inmenso respeto y cariño por nuestra confusa y maltrecha España.
Y qué bien nos lo hemos pasado jugando con la hermosa lengua que nos une mucho más allá de las palabras. Descubrir coincidencias, diferencias, matices. ¡Cuántas veces nos hemos reído jugando con el castellano cual si fuera un juguete de esos que nunca nos cansa!
También quiero decirte que nos hemos dado cuenta, y hemos disfrutado, viendo ese buen equipo que formasteis y habéis mantenido Juan y tú. Juntos habéis afrontado momentos difíciles y tristes para la parroquia, siendo un magnífico ejemplo de colaboración y de entrega a los demás.
Diego, ¿qué haremos ahora sin tus abrazos de oso? ¿Sin escuchar tu bonita forma de hablar el castellano? ¿Sin charlar de mil cosas, ayudándonos entre todos a entender el mundo?
Pero bueno, pese a la penita, estamos contentos, ¿verdad? Porque ha sido muy bonito tenerte entre nosotros. Y que nos quiten lo “bailao”. Porque, aunque partes allende los mares, a una tierra hermosísima de selvas, grandes ríos, altos páramos y volcanes, tu tierra, de algún modo te quedas entre nosotros.
Sí, te quedas entre nosotros en la eucaristía que nos une a todos los cristianos, en el recuerdo entrañable de tu presencia y ¡cómo no! en internet. ¡Claro que sí! Y en la posibilidad, ¿quién sabe? de que un día nos veas por allí. Porque sabemos que a más de 9000 km, al otro lado del océano, tenemos un amigo. Un gran amigo.
Has sido y eres un regalo de Dios. Siempre le estaremos agradecidos, como agradecidos estamos a tu amigo, nuestro amigo Juan, que te trajo a casa, que te trajo a nosotros.
Diego, te queremos.

¡Que Dios te bendiga!

(Escrito leído en la cena "juevera" de despedida de Diego)

lunes, 3 de octubre de 2016

¡Ay Señor, cuánto papanatas!


La RAE nos dice de la palabra chovinismo, exaltación exagerada de lo nacional frente a lo extranjero, y de papanatismo, actitud que consiste en admirar algo o a alguien de manera excesiva, simple y poco crítica. Son dos palabras, en cierto modo, antónimas. Y ambas designan actitudes y comportamientos que me resultan ridículos, patéticos y frecuentemente irritantes.
Trato de situarme entre ambos, pero en el tema del lenguaje, puestos a inclinarme, lo hago hacia el chovinismo, aunque sea por huir del papanatismo que, sobre todo con el inglés, ha impregnado nuestra sociedad.
Sí, de manera excesiva, simple y poco crítica, demasiada gente e incluso instituciones, admiran los vocablos ingleses hasta el punto de arrinconar los nuestros que significan lo mismo y que son tan dignos o más que los de la muy respetable lengua que hablan los hijos de la Pérfida Albión.
Nos rodea y asfixia un enjambre de papanatas lingüísticos. Utilizan sin rebozo alguno, palabros como brunch, lunch, party, runner, loft, chill out, coach, coaching, canvas, cañoning… desplazando a las palabras nuestras con la excusa de que añaden ciertos matices.
¡Qué vergüenza ajena me producen! ¡Qué rabia! Me entran ganas de decirles tontolculo, carapedo, ignorantón y demás lindezas. Por eso, cuando vi en un bar el cartelito de arriba, me produjo gran alegría y me entraron muchas ganas de beber cerveza Amstel. Mucha, mucha, mucha… además era verano y hacía calor.
Sí señor, en cuestiones lingüísticas me inclino al chovinismo, aunque no creo que sea chovinismo cuidar lo nuestro, el castellano y el valenciano. Aprender y respetar el inglés, por supuesto, pero sin ensuciar a estas dos hermosas lenguas que nos bastan y nos sobran para comunicarnos, expresarnos, crear belleza..., y almorzar a gusto. Sin papanatismos.