La
segunda noche en Bruselas, tras cenar con una buena cerveza belga, fuimos a un
pub donde me pedí una infusión de alguna hierba, ¡legal, claro! Y esto es lo que
me sirvieron. El sobrecito con la hierba en cuestión, el azucar, el agua caliente en su
tacita, otra jarrita más pequeña de leche, una lionesita y su crema
correspondiente en un tarrito.
¡Ya
ves! Bruselas.
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