Siempre
he pensado que si tenemos cerraduras en las puertas de nuestras casas es por
culpa de unos pocos. Por unos pocos, sí, porque la gran mayoría no entra donde no debe ni coge lo que no es suyo.
No
quiero caer en el pesimismo de pensar
que vivimos en una sociedad de sinvergüenzas y mangantes, aunque haberlos
haylos, y más de los que quisiéramos. Pero no son, ni de lejos, la mayoría.
¡Menos mal!
Estas
reflexiones me vinieron a la mente andando un día por la sierra de Javalambre.
En un bonito y solitario paraje, muy alejado de cualquier lugar poblado y fuera
de cualquier ruta establecida, había un corral junto al que pasaba por
casualidad mi errático itinerario. Iba esquivando sendas y caminos, a campo
través, libre como el viento, como a mí me gusta.
Esta
región, alta, gélida en invierno y tórrida en verano, sólo es visitada por
pastores y cazadores, de momento y a Dios gracias. Pues bien, allí, en la
puerta de la humilde casa que tiene el pastor junto al corral, estaba el
letrero que encabeza esta entrada, y que reproduzco por si no se lee bien.
Despreciable
hijo de puta el que roba los miserables enseres del pastor. Bienvenido al “corral
del cazador”.
Y me
dije, muy bien puestos los calificativos, sí señor. Y pensé que, harto ya de
encontrarse con su casa desvalijada, el pastor se decidió a poner esta
inscripción en la puerta.
Desde
luego hay gente para todo, pero qué daño hace esa mala gente sin principios,
aunque sean los menos, que andan por ahí sueltos. Y el problema es que ante
ellos estamos totalmente desprotegidos.
¿Qué
va a decir el pastor a la Guardia Civil? Que le han quitado una sartén, una
manta, una hogaza de pan, un queso, una botella de vino, una linterna, una
batería para dar luz… Minucias, pero que para él son imprescindibles para poder vivir
allí, para sobrevivir.
Y
estoy seguro que la Guardia Civil, de buen grado, le echaría el guante al
miserable o los miserables que hacen estas cosas. Pero luego ¿qué? Nada, nada
de nada. Ya sabéis de qué hablo.
Algo
falla, ¿verdad? Algo falla.
A lo lejos se ve el corral, en un entorno solitario. |
Aquí se ve de más cerca. |
Y aquí la puerta de la casa del pastor, donde está el letrero, y la del corral para el ganado. |
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