Sí,
ahí estaba la pícara viborilla, en medio del camino. De lejos parecía un palito,
y al acercarme vi que no lo era. Estaba quietecita al sol, pobrecita; la toqué
con el bastón y se revolvió contra él tirando a morder. Y lo hizo varias veces,
hasta que, sin mucha prisa, se fue y se perdió entre los matorrales. ¿No es bonita? Todo un
espectáculo muy digno de ser contemplado.
¿Dónde?
En el camino a Barretes desde Porxinos, cerca del collado donde está el aljibe.
¿Cuándo? Un día cualquiera de la semana pasada.
Y es que por el monte hay que andar con cuidadín, mirando lo que pisas, pensando en lo que haces y disfrutando de estar allí.
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