Estaba
el otro día en un centro comercial cuando una señora, acompañada por su hija
adolescente, le hizo al dependiente una curiosa pregunta. Parece ser que
andaban buscando unos pantalones.
-Unos como estos pero rotos,
¿no tiene?
-No, rotos no, desgastados.
-Es que los quiere rotos.
Palabrita
del niño Jesús que esta conversación la oí tal cual la he escrito. Me entraron
ganas de decirle, pues rómpaselos usted señora, o se los rompo yo mismo si usted quiere.
Es
curioso esto de la moda, pensé. Y es admirable cómo ciertos poderes se lo
montan para que niños, jóvenes y no tan jóvenes nos sintamos libres al
vestirnos cuando no somos más que marionetas en sus manos.
Y como
esto, tantas cosas…
¡Ay
libertad, libertad!
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