FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

martes, 20 de julio de 2021

Cincuenta años de sacerdote.



Como decía en una reciente entrada, alrededor de las montañas, y en ellas, se ha ido tejiendo una parte importante de nuestras vidas. Y esto, entre otras muchas cosas, pensaba el pasado ocho de julio.

Estábamos en Benasque, con nuestro amigo José Luis, que celebraba el 50 aniversario de su ordenación, sus bodas de oro. Una bonita excursión, la eucaristía en la iglesia del pueblo y una buena cena en el hotel Ciria, donde estábamos hospedados, fue lo que hicimos aquel día.

Hacía solo tres años que se había ordenado cuando lo conocí, en un campamento, en Albarracín. Recién estrenados los veinte y treinta respectivamente, trabajamos juntos en la parroquia de San Miguel y san Sebastián, surgiendo allí una amistad para toda la vida. Amistad que tuvo un punto de arranque en un momento muy concreto que recuerdo nítidamente, cuando aún no hacía un año que nos conocíamos.

Planteé hacer el campamento de verano en los Pirineos. En aquellos años, los Pirineos no eran lo que son ahora. Ni las carreteras eran como las de ahora,  ni la infraestructura con la que contábamos era, ni de lejos, como con la que podríamos contar ahora. Además, el poder adquisitivo de los niños de la parroquia era más bien medio o bajo. El proyecto era ambicioso, casi imposible. Parecía un sueño.

Un día estaba yo leyendo en la terraza del piso donde vivía, cuando vino José Luis y me dijo, ¿Tú crees de verdad que es posible ir tan lejos, y tanta gente, (alrededor de 50) y tantos días (15)? Le dije que sí. Y su respuesta fue, pues vamos allá.

Aquella confianza en un joven de veintiún años me dio la fuerza necesaria para lanzar el proyecto definitivamente. E hicimos el campamento, y salió muy bien. Y repetimos en años siguientes. Además nos llevó a ambos a los Pirineos, a los que nos quedamos “enganchados” de por vida.

Sólo tres años estuvo en la parroquia, pero la amistad siguió, convirtiéndose además en algo así como el “cura de la familia”, con todo lo que eso significa. Y en un gran amigo para Isabel y para mí.

Por todo esto y mucho más, toda una vida con las montañas como telón de fondo, cuando el pasado ocho de julio celebramos con él sus bodas de oro, pudimos dar gracias a Dios, en una misa en la parroquia de Benasque, por su presencia en nuestras vidas, andar juntos por las montañas que tanto queremos y celebrarlo por la noche con esos buenos amigos que son la familia Ciria.

Todo un lujo.

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