Siempre
me ha gustado caminar y los caminos. Si lo pienso, he andado muchos kilómetros
en mi vida; miles, miles y miles. Me gusta andar horas y horas, por terrenos
solitarios, en cualquier época del año. Por llanos o montañas, bosques,
cultivos o tierras baldías. Caminar, caminar…
¿Por
qué? Una respuesta la he encontrado en Reinhold Messner, del que hablé hace
poco en el blog. A él también le gusta, y dice así respondiendo a un
periodista:
P:
Usted decía que las buenas ideas le vienen al andar.
RM: Al
andar me veo a mí y veo al mundo de manera más clara, me siento conforme con el
mundo. Además libero la cabeza.
P:
¿Qué le ocurre al andar?
RM:
Purifico mi mente y mi espíritu.
P: ¿A
qué se debe?
RM: No
lo sé explicar con exactitud, claro. Quizá sólo sea que el cerebro está mejor
irrigado. Pero, primero, me gusta caminar; segundo, me gusta caminar por vastas
extensiones; y tercero, durante mucho tiempo. Con media hora no me basta.
Hago
mías sus palabras. Además, encuentro en los caminos, aparte de lo que dice Messner y de los paisajes, un trasfondo literario, incluso espiritual. Tanto en la
literatura como en el Evangelio, el camino, como concepto, tiene una presencia y
una profundidad impresionantes.
Comparto
a continuación cuatro fotos de caminos, uno de cada estación del año, y todos cerquita de aquí. No hace falta irse muy lejos para degustar el placer de caminar.
Verano. Cerca de Andilla. |
Invierno. Cerca de Canales. |
Primavera. Cerca de Alpuente. |
Otoño. Cerca de Calles. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario