Releyendo
esta tarde lo publicado esta mañana sobre la vuelta al cole, me he dado cuenta
de que había un aspecto del que no he hablado, y que es muy importante, sobre
todo porque es bueno.
Me
refiero a la alegría de los pitufillos que, ya acostumbrados al cole, han
vuelto hoy, después de seis meses. En la mayoría de ellos no había llanto sino
la ilusión del niño con zapatos nuevos.
Volver
a ver a los amiguitos, a la seño, volver a estar en ese segundo hogar tan
importante para su vida, donde tanto aprenden y tan bien se lo pasan, habrá sido
para muchos un gran regalo. Y aunque en casa, con los papás, o con quien haya
podido atenderles, estaban muy bien, muchos de ellos echaban de menos el cole,
su cole.
Sí,
seguro que la mayoría esta noche habrá dormido mal, como en la Noche de Reyes.
Estarían nerviosos esperando que llegara el momento de levantarse, vestirse,
coger sus mochilitas y salir de casa.
¡Ojalá
que esa alegría y esa ilusión no se vean de nuevo truncadas! Sea esto un motivo
más para actuar con prudencia y responsabilidad, que es lo único que la gran
mayoría podemos hacer.
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