Paseando
este verano entre las hayas del circo de Pineta, ya por la tarde, cuando las
multitudes se habían ido y volvía a escucharse el viento en el bosque y el lejano rumor de las cascadas, leí en esa
exposición de textos que se llama Árboles
ilustrados, y que cada año, con gran acierto, prepara la asociación de
vecinos de Espierba, El Cillo, el siguiente poema de la escritora brasileña Edna
Frigato.
Me
pareció muy bonito y muy cierto. Y lo comparto hoy, dedicándoselo a Isabel, y
con ella a tantas personas que, de una u otra forma, han hecho nido en nuestras
vidas. ¿A quién se lo dedicas tú? Pues hazlo, dedícaselo.
Benditos
sean los que llegan
a
nuestra vida en silencio,
con
pasos suaves para no despertar
nuestros
dolores,
no
despertar nuestros fantasmas,
no
resucitar nuestros miedos.
Benditos
sean los que se dirigen
con
suavidad y gentileza,
hablando
el idioma de la paz
para
no asustar a nuestra alma.
Benditos
sean los que tocan
nuestro
corazón con cariño,
nos
miran con respeto
y nos
aceptan enteros
con todos nuestros errores e imperfecciones.
Benditos
sean los que pudiendo ser
cualquier
cosa en nuestra vida,
escogen
ser generosidad.
Benditos
sean esos iluminados
que
nos llegan como un ángel,
como
flor o pájaro,
que
dan alas a nuestros sueños y que,
teniendo
la libertad para irse,
escogen
quedarse a hacer nido.
Demasiado emocionante
ResponderEliminarEmocionante pero cierto. Hay gente así en nuestras vidas. Incluso puede ser que las tengamos cerca y no nos demos cuenta.
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