Hoy, a
las 21:21 horas entra, ¡por fin! el otoño. Sí, ya sé que hay gente a la que le
gusta el verano; a mí no. Sólo por las vacaciones y poco más. Y este año va a
entrar en medio de una DANA que aquí se está comportando de un modo bastante
poco “danoso”. Y eso que dicen los periodistas de que está golpeando con fuerza
la cuenca mediterránea, al menos aquí no es verdad ni de lejos.
Once
miserables litritos y, eso así, magníficas mañanas, fresquitas y de un cielo
azul intenso, con nubes impresionantes por la tarde, siempre lejos, y un
ambiente ya otoñal. En ese sentido, al menos por aquí, está siendo un manso
corderito y no un lobo feroz, aunque nunca se sabe si nos guarda una sorpresa de
última hora, o pasará a la historia como una dulce y mansa “danita”. La “danita”
que nos trajo el otoño, y poco más.
Y en
honor a él, voy a compartir un poema de Bécquer, la rima LXVII, que habla del
otoño, pero de mucho más que del otoño.
¡Qué
hermoso es ver el día
coronado
de fuego levantarse
y a su
beso de lumbre
brillar
las olas y encenderse el aire!
¡Qué
hermoso es, tras la lluvia
del
triste otoño en la azulada tarde,
de las
húmedas flores
el
perfume aspirar hasta saciarse!
¡Qué
hermoso es cuando en copos
la
blanca nieve silenciosa cae,
de las
inquietas llamas
ver
las rojizas lenguas agitarse!
¡Qué
hermoso es cuando hay sueño
dormir
bien... y roncar como un sochantre...
Y
comer... y engordar... y qué desgracia
que
esto sólo no baste!
Entiendo
yo que habla de la belleza del día, de la luz, del sol, de mañanas como las que
estamos teniendo; del delicioso aroma vegetal tras las lluvias del otoño, que
al él le parece triste; del fuego que nos calienta en el invierno mientras
danza, absorbente, en el hogar.
Luego
el poema da un curioso giro pasando de la admiración de la belleza de la naturaleza
a algo mucho más prosaico, dormir bien, comer, engordar… Sorprende hasta resultar incluso
un punto cómico.
De lo
más excelso a lo más más mundano. Pero, y aquí viene el toque final, ni lo uno
ni lo otro le bastan al hombre para ser feliz. Dice, "y qué desgracia que esto solo
no baste".
No
dice nada más. Pero ya ha dicho mucho.
Aquí
lo dejo.
No
obstante… ¡feliz otoño!
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