FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

domingo, 3 de octubre de 2021

Así lo regularía yo.


 

Continuando con la entrada de ayer, voy a exponer una posible regulación del uso de las bicicletas de montaña en la naturaleza, sabiendo que habrá mucha gente que no le parecerá bien, como no les pareció a otros cuando prohibieron la acampada libre. Hay quien no distingue entre lo que a mí me conviene o apetece, y el bien de los demás o de la naturaleza en este caso. O peor aún, ni se lo plantean.

Como ya dije, de entrada prohibiría el acceso de cualquier vehículo, con o sin motor, a los senderos. Las bicicletas de montaña son un vehículo sin motor, aunque algunas, en el colmo de la aberración, lo lleven.

Pero entiendo que hay gente, demasiada, a la que esto le gusta, por lo que hay que darles una respuesta. Las prohibiciones sin alternativa, aparte de ser frecuentemente injustas, crean numerosos problemas.

En pistas forestales no habría ninguna restricción, excepto las derivadas del paso por ellas de personas, animales u otros vehículos. Fuera de cualquier tipo de vía, sendero, camino, pista forestal, debería estar terminantemente prohibido, siempre y sin excepciones.

Por otra parte habría que establecer una red de senderos en los que el paso de bicicletas alterara mínimamente el ecosistema por el que discurren, y en los que fuera posible su mantenimiento, pues un sendero frecuentado por bicis tiene una vida muy corta. En estos “ciclosenderos”, tendrían prioridad las bicicletas, y estarían debidamente señalizados. En cuanto al necesario mantenimiento habría que establecer quién lo debe hacer y dotar a quien lo hiciera del presupuesto necesario.

Pero también están los que, ellos sabrán por qué, necesitan quemar mucha adrenalina, y con este objetivo hacen el burro todo lo que pueden y más, buscando sobre todo descensos. En regiones donde hay estaciones de esquí, estas son ideales para estos circuitos fuera de la temporada. Donde no las hay, habría que acondicionar zonas ya muy degradas, que desgraciadamente existen.

Tanto estos circuitos como los “ciclosenderos” nunca deberían estar en terrenos protegidos, tales como parques municipales, naturales o cualquier otra forma de protección medioambiental, donde las bicis sólo podrían ir por las pistas forestales autorizadas para ellas.

Todo esto debería acompañarse de una campaña de información y concienciación, y una vigilancia real del cumplimento de la normativa aplicando las sanciones pertinentes, desgraciadamente necesarias. Actualmente, con las redes sociales, con unas cuantas multas bien puestas, de esas que no se quitan, sería suficiente.

Y la autoridad que por fin se decida a poner el cascabel al gato, tendría que tener lo que hay que tener para aguantar el chaparrón de los que no entenderían nada de nada, pues en su vida, el criterio es yo, yo, y yo; y nada más que yo.

A esto, o algo parecido llegaremos más pronto o más tarde. El problema es que cuanto más tardemos en llegar, más daño se habrá hecho, y más gente se habrá acostumbrado a esta forma absolutamente insostenible de acercarse a la naturaleza.

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