No
hace falta irse muy lejos. Sólo hay que no correr y hacerse consciente de lo
que nos rodea, de lo que gratuitamente se nos ofrece. Contemplar cómo la
belleza se abre paso entre nuestra basura y nuestros desperdicios recordándonos
que está ahí, que sigue estando ahí, aunque la ignoremos, la mejor y más dañina
forma de desprecio.
Desgraciadamente el término municipal de Ribarroja, como el de tantos y tantos pueblos, exhibe por doquier escombros, desechos agrícolas, industriales, urbanos, deportivos… Pero junto a todo esto, en una sola excursión, y sin salir de él, pueden ahora hacerse fotos como estas.
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