FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

viernes, 29 de octubre de 2021

La pregunta más honda, ¿por qué?


Me he desayunado hoy con una noticia terrible. El asesinato de un niño de nueve años. Un monstruo, que ya había cumplido condena por matar a una mujer, ha sido el autor. La gente del barrio, enterada, ha acudido al domicilio del asesino para lincharlo. La Guardia Civil, a duras penas, ha podido detenerlo y llevárselo indemne.

Estos son los datos sobre los que los repugnantes programas de la tele, sobre todo matinales, harán su agosto de audiencia, compitiendo en morbo y cinismo televisivo; caras compungidas, frases lapidarias, pero el oculto deleite que debe producir revolcarse impúdicamente en el dolor ajeno, sabiendo que eso me produce pingües beneficios.

Yo no quiero saber más.

Entiendo a los que deseaban linchar a ese individuo. Me solidarizo con los guardias civiles que, deseando pegarle un tiro al monstruo, como yo lo hubiera deseado, han tenido que defenderlo de la justa indignación de los vecinos. Y me cabrea el reportero que hablaba, casi reprochándolo, de que querían tomarse la justicia por su mano. ¡Pues claro, imbécil! ¡Pues claro! ¡Que se hubieran cargado a tu hijo!

Y es que somos hombres, no ángeles.

Por esto digo que no quiero saber más. Porque me dan igual las circunstancias, porque ya nada se puede hacer, porque regodearse en el dolor, propio o ajeno, es algo profundamente repulsivo e inhumano.

Me quedo con una pregunta, con la pregunta más honda, más alta, más dura, ¿por qué Señor? ¿Por qué consientes esto? Es el mal absoluto, sin justificación por mínima que sea. ¿Por qué? Tendrás en tu seno, feliz para siempre, a ese niño, pero el dolor monstruoso que su temprana partida aquí ha causado, el dolor irreparable, el abismo de angustia y desesperación al que a muchos ha arrojado, no quiero ni pensar en sus padres, nos lanza, una vez más, a revolvernos con rabia ante Ti, Señor. ¿Por qué?

Y como respuesta un vasto silencio, y nada.

Es entonces, cuando ante el zarpazo del mal en estado puro, en ese silencio, aparece Cristo en la cruz, frente a la nada, frente al vacío, dándole sentido a todo, incluso al más radical de los sinsentidos.

Pero soy humano, y a veces me cuesta verlo, mucho. Por eso, ante hechos como este, sólo me queda pedirle a Dios que aumente mi fe, que la robustezca, que me ayude a creer en la mañana de Pascua, que me ayude a creer que ese chavalillo estará feliz junto a Él para siempre, que algún día, sus padres, su familia, sus amigos, volverán a abrazarle. Y también le pido que hasta entonces no les deje solos en el durísimo camino que les ha tocado recorrer.

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