Hace
ya algún tiempo que hay gente que cruza ramas y troncos, o tira clavos en los
senderos, con el objetivo de dificultar o impedir el tránsito de las bicicletas
por ellos. Yo clavos no he visto, me lo han dicho, pero troncos, ramas y hasta
piedras de gran tamaño, sí.
No
apruebo en absoluto estas acciones, pero si comparto plenamente la
preocupación, la impotencia y la rabia de quienes las hacen. Porque lo que está
sucediendo con las bicicletas de montaña en el medio natural es del todo
inadmisible, por ser una actividad agresiva e insostenible.
Hablo
de los senderos; solo de los senderos. Muchos de ellos antiquísimos, un bien
histórico y cultural que nadie está defendiendo de las masas de gente en
bicicleta que cada fin de semana los recorre sin control y sin respeto.
El
paso humano fija el sendero. La rueda lo rompe, sobre todo cuando hay
pendiente. Y esto es indiscutible, evidente; no hay más que ir y verlo. De
hecho, en algunas zonas está prohibido, como en el Parque Municipal de las
Rodanas, por ejemplo. En otras no lo prohíben explícitamente pero lo aconsejan
como buena práctica, como en la Calderona.
Esto
demuestra que saben el daño que esta práctica en crecimiento desmesurado
provoca en los senderos y en el monte. Pero ahí se quedan. No van más allá. No
se atreven.
Y esta
pasividad de las autoridades es lo que está provocando que haya quien decide
actuar por su cuenta. Y si estos son responsables del daño que pueden causar
con sus acciones, no lo son menos las autoridades que no cumplen con su misión.
Sé que
más pronto o más tarde se actuará y se controlará el desmadre que hay hoy en
día. Pasará como pasó con la acampada libre. Yo he sido feliz acampando donde
se me antojaba, en Pirineos o fuera de ellos. Pero éramos unos cuantos. Cuando
se masificó hubo que controlar, porque llegó a ser absolutamente insostenible,
pues el impacto sobre el medio era brutal. Me fastidió, me dio mucha rabia,
pero lo entendí.
El
primer paso fue la prohibición total. Luego, poco a poco, se fue regulando, y
hoy se puede acampar según zonas y cumpliendo unos requisitos. Es lo que urge
hacer con las bicis de montaña. Prohibición total de circular por senderos.
Luego, habrá que regular para que todo el mundo pueda disfrutar del monte a su
manera. Y mientras se regula, con los cientos y cientos de pistas en diferentes
estados de conservación, ya tienen bastante.
Pero
claro, aquí chocamos con el dinero que todo esto mueve y con la mentalidad de
demasiada gente cuyo planteamiento de vida es, yo me lo paso bien, todo lo
demás no importa.
En una
próxima entrada comentaré cómo regularía yo este asunto buscando el consenso
para satisfacer a todos los implicados; a ninguno al cien por cien, claro. Esto
pasa siempre que hay consenso.
A
continuación, una vez más, publico algunas fotos de senderos destrozados por
las bicicletas.
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